Editorial:

El tsunami se lo llevó

Noda sustituye al primer ministro Kan, caído por la crisis de Fukushima y el alza del yen

Apenas seis meses después del terremoto y del maremoto que destruyeron la central nuclear de Fukushima, el primer ministro, Naoto Kan, ha dimitido, cediendo el liderazgo a su ministro de Finanzas, Yoshiniko Noda. Kan ha pagado la factura de su pésima gestión de la catástrofe que costó 7.000 vidas y provocó la desaparición de otras 10.000 personas, al menos en la abrumadora opinión de las encuestas. Quizá algo injustas -le desaprueba un 69% de la ciudadanía-, puesto que el secretismo, la opacidad y la primacía de los factores económicos sobre cualquier otro son compartidos por prácticamente tod...

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Apenas seis meses después del terremoto y del maremoto que destruyeron la central nuclear de Fukushima, el primer ministro, Naoto Kan, ha dimitido, cediendo el liderazgo a su ministro de Finanzas, Yoshiniko Noda. Kan ha pagado la factura de su pésima gestión de la catástrofe que costó 7.000 vidas y provocó la desaparición de otras 10.000 personas, al menos en la abrumadora opinión de las encuestas. Quizá algo injustas -le desaprueba un 69% de la ciudadanía-, puesto que el secretismo, la opacidad y la primacía de los factores económicos sobre cualquier otro son compartidos por prácticamente toda la élite política, incluso por una mayoría social.

La cruel ironía para Kan estriba en que Fukushima supuso, además de un enorme drama humano, el peor desde la guerra mundial, un fuerte y, naturalmente imprevisto, revés económico. El país había logrado superar la Gran Recesión, y empezaba a despuntar un ritmo de crecimiento más vivo, que parecía anunciar el fin de 20 años de estancamiento debidos a la primera gran burbuja inmobiliario-financiera de la última generación.

Desde la catástrofe, las cosas han vuelto, lógicamente, a complicarse en Japón, lo que incluye un aumento de su deuda, la más alta del mundo (210% del PIB), y que no resulta letal porque la financian los ahorradores locales, que, por disciplina gregaria y vetusto nacionalismo, se conforman con tipos de interés ridículos, inferiores al 1%.

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El aspecto positivo de la coyuntura es que la reconstrucción ha activado la dormida demanda. Y otro de los elementos más negativos es que el debilitamiento de la economía norteamericana y del dólar presionan al alza su divisa, el yen, hasta forzar la intervención del banco central.

El sucesor de Kan, Noda, ha identificado bien los principales desafíos que se le plantean: recuperarse del tsunami, finalizar la crisis nuclear y disminuir la fortaleza del yen para recuperar las declinantes exportaciones. Para esta última tarea, el nuevo primer ministro exhibe calificaciones, aunque su habilidad internacional, por ejemplo respecto de la rival China, es manifiestamente mejorable.

Pero el problema principal no será en todo caso él, sino un sistema político que produce inestabilidad y falta de confianza a mansalva. En los últimos cinco años ha consumido a seis primeros ministros.

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