Análisis:EL ACENTO

Negocios calientes

Como casi todo en esta vida, el cambio climático tiene sus paradojas. Uno de los signos más evidentes del calentamiento global -y la gran pesadilla de los climaescépticos- es la fusión acelerada de los hielos árticos, que ha dejado cortas las predicciones más sombrías de los climatólogos. Algunas de sus consecuencias son tan aparatosas como la migración hacia el sur de los osos polares, que encuentran cada vez más difícil obtener su cuota de focas en el entorno norteño habitual. Otras pueden llegar a ser tan trascendentes como la decadencia progresiva de la corriente del Golfo, el flujo de ag...

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Como casi todo en esta vida, el cambio climático tiene sus paradojas. Uno de los signos más evidentes del calentamiento global -y la gran pesadilla de los climaescépticos- es la fusión acelerada de los hielos árticos, que ha dejado cortas las predicciones más sombrías de los climatólogos. Algunas de sus consecuencias son tan aparatosas como la migración hacia el sur de los osos polares, que encuentran cada vez más difícil obtener su cuota de focas en el entorno norteño habitual. Otras pueden llegar a ser tan trascendentes como la decadencia progresiva de la corriente del Golfo, el flujo de aguas de origen tropical que ahora convierte el oeste de Europa en una zona mucho más templada de lo que le correspondería por su latitud.

Pero también está abriendo perspectivas de negocio insospechadas. Las últimas observaciones por satélite de la Agencia Europea del Espacio (ESA) revelan que las dos grandes rutas de navegación en el Ártico, la rusa y la canadiense, están abiertas simultáneamente, un hecho insólito antes del calentamiento. Las potencias del norte llevan ya tiempo tomando posiciones por el control comercial de la zona.

El año pasado, Rusia y Noruega alcanzaron un acuerdo para repartirse las aguas del mar de Barents y el océano Ártico, una superficie de 175.000 kilómetros cuadrados rebosantes de yacimientos de gas y petróleo. La mayoría de los yacimientos están en el lado ruso, pero las empresas de este país necesitan la colaboración de los noruegos para explotarlos. Y Noruega está obligada a dirigir su atención allí tras haber agotado virtualmente los del mar del Norte. Canadá y Rusia también han acordado explotar juntos los yacimientos que abarquen las aguas territoriales de ambos países.

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La petrolera estadounidense Exxon Mobil y la rusa Rosneft han firmado un acuerdo para extraer el crudo del mar de Kara, en el Ártico ruso. La plataforma continental del mar de Barents contiene más de 7.000 millones de toneladas de combustible convencional: se podrán extraer 20 millones de toneladas de hidrocarburos al año. Tanto Rusia como Estados Unidos estiman que el Ártico contiene el 25% de los recursos de hidrocarburos por descubrir en el planeta. El cambio climático también está calentando los negocios: ley de vida.

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