Análisis:EL ACENTO

Orgullo gay con sordina

Será difícil encontrar en toda España una fiesta popular tan silenciosa como la que se está desarrollando desde el miércoles en el barrio madrileño de Chueca con motivo del Orgullo Gay. Como muestra baste el inicio del festejo, que solo contó con dos canciones en los altavoces y sin escenario en la plaza de Chueca, el emblema del colectivo homosexual, bisexual y transexual de Madrid. A las 22.15 horas la música cesó y, en la misma línea, en lugar de conciertos al aire libre, los organizadores han ideado una Silent Disco para la noche del jueves en la que, si se cumplen los compromisos adquirid...

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Será difícil encontrar en toda España una fiesta popular tan silenciosa como la que se está desarrollando desde el miércoles en el barrio madrileño de Chueca con motivo del Orgullo Gay. Como muestra baste el inicio del festejo, que solo contó con dos canciones en los altavoces y sin escenario en la plaza de Chueca, el emblema del colectivo homosexual, bisexual y transexual de Madrid. A las 22.15 horas la música cesó y, en la misma línea, en lugar de conciertos al aire libre, los organizadores han ideado una Silent Disco para la noche del jueves en la que, si se cumplen los compromisos adquiridos, la música llegará a los asistentes a través de auriculares siempre que se sintonice la onda Loca FM. Desde hoy y hasta el domingo, sin embargo, la fiesta será menos silenciosa para respetar la tradición que año tras año ha atraído a este céntrico barrio de Madrid a homosexuales, bisexuales y transexuales de todos los rincones para celebrar su condición y, sobre todo, su libertad de reivindicarla.

Tanto silencio se debe a una nueva ordenanza municipal, que prohíbe sobrepasar, incluso durante las fiestas, el límite legal de decibelios a menos de 150 metros de un centro sociosanitario. En Chueca, se ha sabido ahora, se enclavan dos residencias de ancianos. Es una ordenanza que no ha venido a colmar las expectativas de tranquilidad de los ancianos, sino fundamentalmente las de la Asociación de Vecinos de Chueca, que lleva meses clamando contra el ruido y los desmanes que año tras año el Orgullo Gay les acarrea. De hecho, la directora de uno de los asilos asegura que las fiestas no molestan a sus residentes y que, por tanto, no les usen de coartada para limitar a los festejantes.

El caso es que, finalmente, el acuerdo salomónico con el Ayuntamiento reduce escenarios y pone sordina a unas fiestas que son ya más populares que las de la Paloma o san Isidro. Los que tanto han protestado pueden darse por satisfechos con lo logrado, pues tienen en contra a muchos de sus vecinos (digamos que los menos convencionales sexualmente) y, sobre todo, a los comerciantes, que hacen el agosto durante estos días gracias a unos festejos cuyos beneficios oscilan entre los 40 y los 110 millones.

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