Análisis:EL ACENTO

Un kilo que valga en Marte

Imaginen que nuestros primeros colonos en Marte pierden, en un alarde incomprensible de torpeza cósmica, todos sus instrumentos de medida. La cinta métrica, la báscula de baño, el termómetro, el reloj y todo lo demás. ¿Podrán fabricar de nuevo sus instrumentos? ¿O tendrán que volver a la Tierra para calibrarlos contra sus referencias originales?

El Sistema Internacional de Unidades (SI), nuestra referencia para medir todo lo que existe, se fundamenta en solo siete unidades básicas. Seis de ellas -el metro, el segundo, el grado kelvin, el amperio, la candela y el mol- tienen definiciones...

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Imaginen que nuestros primeros colonos en Marte pierden, en un alarde incomprensible de torpeza cósmica, todos sus instrumentos de medida. La cinta métrica, la báscula de baño, el termómetro, el reloj y todo lo demás. ¿Podrán fabricar de nuevo sus instrumentos? ¿O tendrán que volver a la Tierra para calibrarlos contra sus referencias originales?

El Sistema Internacional de Unidades (SI), nuestra referencia para medir todo lo que existe, se fundamenta en solo siete unidades básicas. Seis de ellas -el metro, el segundo, el grado kelvin, el amperio, la candela y el mol- tienen definiciones objetivas, filosóficamente perfectas. Como la velocidad de la luz es 299.792.458 metros por segundo, el metro se define como la distancia que recorre la luz en 1/299.792.458 segundos. Eso es así aquí y en el planeta Marte.

La excepción es la unidad de masa: el kilogramo no existe en Marte. Es la única unidad básica de medida cuya definición no es un concepto, sino una cosa, un objeto físico, concreto y palpable, aunque rara vez palpado.

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El kilogramo, como muchos lectores recordarán, se define como la masa de la barra de platino e iridio que se conserva desde 1889 en la Oficina Internacional de Pesos y Medidas sita en Sèvres. Los fabricantes de básculas no usan directamente el objeto de Sèvres, al que pocos mortales han podido acceder, sino alguna de las copias exactas que se han hecho de él en el último siglo. En 1989, al celebrarse el centenario de la cosa, a los técnicos se les ocurrió comparar su masa con la de una de las copias exactas, y resultó que la copia pesaba 50 microgramos más que la cosa. Eso viene a pesar una gota de agua o un grano de arena. O las copias exactas no son tales, o nuestra referencia absoluta está menguando.

Los físicos buscan ahora una nueva definición para el kilogramo, una que se pueda transmitir a Marte. La investigación más avanzada se llama Proyecto Avogadro, y pretende definir el kilogramo como la masa de un número definido de átomos. De momento sabemos que 6,02213679 por 10 elevado a 23 moléculas de agua pesan 18 gramos. Nos faltan unos cuantos decimales para que un litro de agua vuelva a pesar un kilo. Aquí y en Marte.

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