Análisis:EL ACENTO

Se busca líder

Tiene que ser cuestión de mala suerte que los españoles, que tan poco tiempo llevan votando, solo puedan optar entre lo malo y lo peor. Todas las encuestas coinciden en que José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy no cuentan con el favor del público. Los españoles suspenden a ambos y sus notas de valoración no dejan de disminuir mes tras mes, año tras año. El último sondeo del CIS, publicado ayer, marca un nuevo récord: un 3,3 para Zapatero y un 3,25 para Rajoy. La trayectoria del jefe de la oposición es descendente, pero suave si se tiene en cuenta que nunca ha logrado el aprobado desde q...

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Tiene que ser cuestión de mala suerte que los españoles, que tan poco tiempo llevan votando, solo puedan optar entre lo malo y lo peor. Todas las encuestas coinciden en que José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy no cuentan con el favor del público. Los españoles suspenden a ambos y sus notas de valoración no dejan de disminuir mes tras mes, año tras año. El último sondeo del CIS, publicado ayer, marca un nuevo récord: un 3,3 para Zapatero y un 3,25 para Rajoy. La trayectoria del jefe de la oposición es descendente, pero suave si se tiene en cuenta que nunca ha logrado el aprobado desde que aspira a ser presidente del Gobierno. La de Rodríguez Zapatero, sin embargo, es una caída libre, estrepitosa, desde que la crisis era un clamor a principios de 2008 y él insistía en que era un estancamiento pasajero.

En realidad, la erosión de Zapatero era la esperable; no por su negación de la evidencia sino por estar al frente del Gobierno de un país atenazado por la crisis y, en consecuencia, con un pesimismo galopante en el que ha dejado de encajar el proverbial optimismo del inquilino de La Moncloa.

El problema es que los españoles perciben la alternativa como una opción aún peor, si bien ambos políticos están ya casi a la par en rechazo popular. Y para ese fenómeno ya no abundan tanto las teorías de los politólogos, que algún día tendrán que analizar esta esquizofrenia española de votar masivamente (según se espera por esos mismos sondeos) a un político que desaprueban y que no ha mostrado albergar la más mínima duda acerca de su liderazgo al frente del partido. Y así se hacen quinielas para sustituir a Zapatero, pero no para cambiar a Rajoy, al que le espera La Moncloa aun con la mochila cargada de suspensos.

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A la espera de un cabeza de lista que infunda confianza, concite entusiasmos o, al menos, apruebe en las encuestas, también habría que estudiar por qué, a pesar de todo, los debates televisivos entre Rajoy y Zapatero ganan en audiencia al fútbol e incluso a la final histórica de David Bisbal contra Rosa en Operación Triunfo. Quizá alguien debiera inventar una fórmula parecida para encontrar al líder que este país necesita.

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