Reportaje:

"No podía soportar cómo vivían"

El celador que mató a tres ancianas en Olot asegura que "hizo el bien"

Una vorágine de 10 días de euforia, alcohol y psicofármacos; palabras de compasión hacia sus víctimas y un incipiente sentimiento de culpabilidad cuando toma conciencia de lo ocurrido. Es el resumen que puede hacerse de la confesión ayer ante el juez de Joan Vila Dilmé, el celador del geriátrico La Caritat, de Olot (Girona), que quitó la vida a tres ancianas administrándoles lejía y productos de limpieza. Vila admitió que desde hace muchos años toma cinco medicamentos porque tiene "diagnosticado un trastorno obsesivo compulsivo con brotes depresivos". Que hace "10 días bebió algo de vino y des...

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Una vorágine de 10 días de euforia, alcohol y psicofármacos; palabras de compasión hacia sus víctimas y un incipiente sentimiento de culpabilidad cuando toma conciencia de lo ocurrido. Es el resumen que puede hacerse de la confesión ayer ante el juez de Joan Vila Dilmé, el celador del geriátrico La Caritat, de Olot (Girona), que quitó la vida a tres ancianas administrándoles lejía y productos de limpieza. Vila admitió que desde hace muchos años toma cinco medicamentos porque tiene "diagnosticado un trastorno obsesivo compulsivo con brotes depresivos". Que hace "10 días bebió algo de vino y desde entones estuvo toda la semana bebiendo".

El detenido detalló cómo mató a las tres ancianas, entre el día 12 de este mes y la madrugada del pasado lunes, administrándoles lejía y productos de limpieza. Las tres sufrían graves problemas de salud y en dos ocasiones Vila les dijo antes de envenenarlas: "Ya verás como ahora te encontrarás bien". Nadie en la residencia sospechó del celador tras las dos primeras muertes, ocurridas en el propio centro. En el tercer caso, sin embargo, Paquita Gironés, de 85 años, fue encontrada aún con vida y trasladada al hospital, y fueron los médicos del centro los que dieron la voz de alarma al sospechar de las quemaduras que la mujer tenía en la garganta. Horas más tarde, Vila fue detenido.

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En la confesión se mezclan las frases coherentes con algunas que rozan lo delirante. "Pensaba poco en lo que hacía", se "sentía muy eufórico, como si fuera Dios". Actuó porque las tres mujeres "le daban mucha pena" porque "vivían en unas condiciones" que él "no podría soportar" y que hizo "el bien". Según la declaración, "no pensaba que estuviera asesinando a nadie", y que, tras reflexionar, "ahora no lo haría".

El juez decretó ayer prisión incondicional para Vila. El abogado de la defensa, Carles Monguilod, dijo sentirse "impresionado" por la confesión. "Pensó que lo tenía que hacer porque les hacía un bien y las quería".

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