Los agentes de Aguirre espiaron a Prada hasta la madrugada en una cena privada

Le siguieron de su casa a un restaurante e intentaron identificar a personas - El ex guardia Oreja estuvo desde las 22.35 hasta las 0.49 junto al local

El informe de la policía basado en datos facilitados por Telefónica sobre los movimientos de agentes a sueldo de la Comunidad de Madrid acredita que el ex vicepresidente madrileño Alfredo Prada, defenestrado del Gobierno regional semanas después de sufrir los seguimientos, fue espiado también hasta la saciedad en abril de 2008.

Uno de los seguimientos más evidentes sufrido por Prada, ya que ni siquiera cabe la forzada coartada de que se vigilaba un acto público, es el marcaje a la cena privada y familiar que celebró el ex vicepresidente segundo el 14 de abril de 2008. El parte de los es...

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El informe de la policía basado en datos facilitados por Telefónica sobre los movimientos de agentes a sueldo de la Comunidad de Madrid acredita que el ex vicepresidente madrileño Alfredo Prada, defenestrado del Gobierno regional semanas después de sufrir los seguimientos, fue espiado también hasta la saciedad en abril de 2008.

Uno de los seguimientos más evidentes sufrido por Prada, ya que ni siquiera cabe la forzada coartada de que se vigilaba un acto público, es el marcaje a la cena privada y familiar que celebró el ex vicepresidente segundo el 14 de abril de 2008. El parte de los espías lo reflejaba así: "Sobre las 22.10 sale del domicilio y se dirige a un restaurante sito en la calle Comandante Zorita, en el cual entra en compañía de su mujer y de una chica muy joven, permanecemos por la zona hasta eso de las 0.50 horas en lo que salen. Al mismo tiempo de la salida observamos un grupo de personas, sin precisar si en tal evento participaron de la compañía de P. Se tomaron matrículas de vehículos con el fin de comprobar propietarios".

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El parte del espionaje revela elementos clave: los agentes llevan tanto tiempo pegados al vicepresidente segundo madrileño que ya reconocen a su esposa, sin proyección pública; les inquieta tanto con quién cenaba Prada que no dudan en identificar las matrículas de cuantos coches aparcan junto al restaurante esa noche por si sus dueños compartieron mantel con el matrimonio Prada y "la joven" que les acompañaba, que resultó ser su hija.

Los ex guardias civiles, contratados como asesores de confianza por el consejero de Interior Francisco Granados, que conocía a uno de ellos por cuestiones familiares, dejaron un intenso rastro de su oscura labor. El parte señala que Prada abandona su despacho oficial a las 21.45 para ir a su domicilio. José Oreja, asesor de Granados ya imputado por el espionaje, hace un movimiento similar [véase gráfico]. Su teléfono hace una llamada a las 21.45 junto a la consejería de Justicia y otra a las 22.06 junto al domicilio de Prada, desde una antena situada en Núñez de Balboa, 38. Atado telefónicamente a igual antena, se encuentra otro asesor de Granados, José Luis Caro, desde las 21.22 a las 21.50. Cuando después Prada y familia acuden al restaurante de la calle de Comandante Zorita, Oreja, a tenor de su móvil, los sigue hasta allí. Oreja está ubicado junto a la antena situada entre las calles comandante Zorita, Basílica, Hernani, y general Moscardó. Su vigilancia comienza a las 22.35 y continúa hasta las 0.49. "Permanecemos por la zona hasta eso de las 0.50 horas en la que salen", señala el parte de seguimiento con una enorme precisión respecto a lo que revela el uso de su teléfono.

En las dos horas que el agente, según el informe sobre la posición de su teléfono, espía la cena de Prada, hace una veintena de llamadas al móvil de dos personas -646 15 31 78 y 646 71 88 01-, que comparten su mismo radio de acción, y no se corresponden con los teléfonos de los ocho agentes investigados. Previamente, como siempre, el tercer ex guardia civil y asesor de Granados imputado, Antonio Coronado, también andaba a la zaga de Prada en los alrededores de la consejería de Justicia. Los tres asesores de Granados aseguraron en su declaración a la juez que nunca vigilaron actos privados de Prada ni le siguieron a restaurantes.

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