Columna

¿Cuál es el plan?

Para gobernar bien se necesitan muchas cosas. Entre las más importantes: contar con estrategias sectoriales y globales claras y coherentes, una maquinaria administrativa bien dotada y engrasada, y voluntad de asumir riesgos. En el pasado en Galicia hemos visto de todo. El gobierno bipartito supuso una indiscutible mejoría global respecto al paralizado gobierno que lo precedió. Si nos centramos en el ámbito de la política con contenido económico, es verdad que hubo problemas de coordinación, sobre todo entre el IGAPE y la Consellería de industria. En algunos departamentos fallaron las estrategi...

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Para gobernar bien se necesitan muchas cosas. Entre las más importantes: contar con estrategias sectoriales y globales claras y coherentes, una maquinaria administrativa bien dotada y engrasada, y voluntad de asumir riesgos. En el pasado en Galicia hemos visto de todo. El gobierno bipartito supuso una indiscutible mejoría global respecto al paralizado gobierno que lo precedió. Si nos centramos en el ámbito de la política con contenido económico, es verdad que hubo problemas de coordinación, sobre todo entre el IGAPE y la Consellería de industria. En algunos departamentos fallaron las estrategias y en otras, faltó brío político (valentía) para cambiar las cosas. En general, los avances fueron escasos en materia de clusters y política industrial, intermodalidad y logística, financiación universitaria, imbricación del sistema de formación profesional en el sistema innovador gallego, o impulso a la internacionalización. Pero hubo claros progresos en la definición de estrategias y en su ejecución en muchas otras áreas: oferta de suelo empresarial, iniciativas de desarrollo en el rural, I+D+i, fiscalidad, o impulso a la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal, entre otros.

Salvo en el asunto de las cajas, la sensación es de que no hay rumbo claro en la política económica

En conjunto, la herencia de la nueva Xunta en cuanto a la definición de la política económica, fue claramente mejor que la que recibió el bipartito. En sentido contrario, es verdad que el gobierno de Núñez Feijóo se ha encontrado con la peor coyuntura económica y presupuestaria de la historia autonómica (a pesar de ser mejor que la de la mayoría de Comunidades Autónomas); y que el triunfo del PPdeG no era previsible apenas seis meses antes de las elecciones. Lo primero exige una enorme habilidad a la hora de gestionar los recursos. Y lo segundo probablemente supuso carecer de equipo económico en la sombra y una estrategia de gobierno bien perfilada. Sin duda, el PPdeG hubiera estado mejor preparado para gobernar si hubiese transitado por un ciclo largo en la oposición.

Por eso, era especialmente importante reforzar al máximo y con rapidez la capacidad neuronal del gobierno y designar un coordinador de todas las actuaciones con impacto económico. Desafortunadamente, la política (real y palpable) de austeridad del gobierno en la configuración de los gabinetes ha ido justo en la dirección contraria de lo que se necesitaba; y la fusión de economía e industria, siendo positiva, es claramente insuficiente. La consecuencia es que tras un año de gobierno, existe la sensación de que no hay un rumbo claro en la política de desarrollo económico. Salvo en el asunto de las cajas de ahorro, donde se ha actuado con firmeza y siendo consciente de lo que estaba en juego, lo que vemos a diario son actuaciones aparentemente inconexas de un equipo de gobierno que tiene una agenda muy apretada, que rezuma buena voluntad y se esfuerza, pero que no parece que tenga del todo claro dónde quieren que se encuentre la economía gallega en 2013 o en 2017. Con buen criterio se ha optado por continuar con algunas de las políticas heredadas, pero eso no parece suficiente. El tiempo pasa y cada día van ser más evidentes las carencias de nuestro aparato productivo y la incapacidad de mantener el diferencial positivo en el PIB en el medio y largo plazo.

En esta tesitura, creo que la Xunta debería reaccionar rápidamente para reconducir la situación. En particular: definir, a partir del análisis técnico, una estrategia política global que integre todas las estrategias sectoriales; reforzar los gabinetes para descargar a los hoy saturados directores y secretarios generales de tareas que no le son propias; y nombrar a un conselleiro coordinador en materia económica (por qué no un vicepresidente o vicepresidenta). El acuerdo en materia de empleo que se está empezando a discutir con sindicatos y empresarios podría ser una percha útil en la que colgar esa nueva estrategia. Pero hay que actuar ya. Necesitamos un plan claro y explícito para lo que queda de legislatura, pero que piense ya en lo que debería de hacerse en la siguiente.

http://webs.uvigo.es/slagop

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