Editorial:

Los hechos zanjan

Las detenciones muestran que las advertencias de Rubalcaba no eran meras especulaciones

Como tantas otras veces cuando se trata de ETA, los hechos han venido a zanjar discusiones y especulaciones. Las detenciones del fin de semana en Francia y Portugal demuestran, por un lado, que Rubalcaba no hablaba por boca de ganso cuando advirtió en público sobre las intenciones de ETA; y muestran, por otro, cuál es el alcance que sus jefes dan al debate sobre la continuidad o no de la violencia planteado en su entorno: el de avalar lo ya decidido por la vanguardia armada.

Al advertir de que ETA preparaba una acción espectacular, Rubalcaba buscaba seguramente crear inseguridad en la p...

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Como tantas otras veces cuando se trata de ETA, los hechos han venido a zanjar discusiones y especulaciones. Las detenciones del fin de semana en Francia y Portugal demuestran, por un lado, que Rubalcaba no hablaba por boca de ganso cuando advirtió en público sobre las intenciones de ETA; y muestran, por otro, cuál es el alcance que sus jefes dan al debate sobre la continuidad o no de la violencia planteado en su entorno: el de avalar lo ya decidido por la vanguardia armada.

Al advertir de que ETA preparaba una acción espectacular, Rubalcaba buscaba seguramente crear inseguridad en la propia banda, o en algunos activistas a punto de entrar en acción, sobre la posibilidad de que estuvieran controlados; otras veces esa estrategia ha servido para paralizar acciones previstas. Pero se dirigía también al mundo abertzale en general: a los partidos que dudan si embarcarse o no en la propuesta del polo soberanista ideado por Otegi y compañía para sortear la ilegalización, en el sobrentendido de que ETA lo secundaría silenciando las armas; y a las propias bases del partido ilegalizado.

A unos y otros advertía el ministro de que la banda había decidido ya continuar la lucha armada y que de ningún modo estaba dispuesta a desarmarse en aplicación de los principios Mitchell, que el sector más político de ese entorno había asumido en su declaración de Alsasua, en noviembre. Esos principios eran los que tenían que cumplir los partidos de Irlanda del Norte ligados a grupos terroristas para poder participar en las negociaciones sobre el futuro de ese territorio.

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La detención en Francia de dos activistas (cuyas fotos figuraban en los carteles de etarras más buscados) cuando se acercaron a un zulo que estaba vigilado desde hacía meses, da credibilidad a las advertencias disuasorias de Rubalcaba. Y las detenciones en Portugal de otros dos, con un cargamento que incluía armas y explosivos, son un indicio de que, sin esperar a los resultados del debate, ETA está preparando una ofensiva o un atentado, como también advirtió el ministro. Además, han cubierto de ridículo a quienes especularon con la idea, muy artificiosa, de que se trataba de una maniobra de Rubalcaba para desviar la atención de otros asuntos, como el del bar Faisán.

Y ello incluso si, como parece, lo de la frontera portuguesa no fue consecuencia de una información previa, pues la detención es, en todo caso, resultado de la intensificación de los controles desplegados en función de la alerta dada por Interior. La investigación intentará aclarar los objetivos de la pareja detenida, pero la hipótesis de que trataban de montar una base operativa en territorio portugués para la eventual ofensiva parece la más lógica: hay antecedentes que indican su interés en buscar una alternativa al ya inexistente santuario francés. Pero, a diferencia de lo que ocurría hace 25 años, ahora no hay países dispuestos a cerrar los ojos para evitarse problemas, y todos colaboran, por propio interés. Como ha vuelto a evidenciarse.

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