De la reforma de la Constitución

A vueltas con nuestra Constitución, y con las presiones que recibe de uno y otro lado nuestro Tribunal Constitucional, sobre la conveniencia o no, ya sea de no menealla, o bien de reformarla o refundirla (y es que su fallo sobre el Estatuto podría implicar o no precisamente eso, tener o no que repensar nuestra Ley Fundamental), recuerdo la Constitución francesa del año I (1793), la obra más radical del constitucionalismo liberal de todos los tiempos, concretamente el artículo 28 de su declaración preliminar de los derechos del hombre y el ciudadano sobre la garantía de reformabilidad de...

A vueltas con nuestra Constitución, y con las presiones que recibe de uno y otro lado nuestro Tribunal Constitucional, sobre la conveniencia o no, ya sea de no menealla, o bien de reformarla o refundirla (y es que su fallo sobre el Estatuto podría implicar o no precisamente eso, tener o no que repensar nuestra Ley Fundamental), recuerdo la Constitución francesa del año I (1793), la obra más radical del constitucionalismo liberal de todos los tiempos, concretamente el artículo 28 de su declaración preliminar de los derechos del hombre y el ciudadano sobre la garantía de reformabilidad de la Constitución: "Un pueblo tiene siempre el derecho de revisar, reformar y cambiar su Constitución. Una generación no puede sujetar a las generaciones futuras a sus leyes", pareciéndome este artículo muy avanzado y atrevido políticamente, muy jeffersoniano, y con sentido por tanto si es usado con prudencia y en plazos convenientemente largos: la cuestión estriba en saber si está llegado ya el momento.

Con la lógica distancia espacial y temporal, y como nos recuerda Javier Pradera en Una Constitución mal guardada, ¡la Constitución de Estados Unidos ha sido reformada en al menos 27 ocasiones, siendo sus primeras 10 enmiendas las que garantizan los derechos más fundamentales, no previstos en el texto inicial.