El desafío iraní

Rusia retrasa la entrega de la primera central iraní

Moscú alega problemas técnicos en la planta de Bushehr

Irán recibió ayer un jarro de agua fría con el anuncio por parte de Rusia de un nuevo retraso en la puesta en funcionamiento de su primera central nuclear, cuya inauguración esperaba antes de fin de año. Cuando la comunidad internacional lleva un mes esperando a que Teherán responda a su oferta para desbloquear la crisis nuclear, la medida rusa parece un mensaje al Gobierno iraní para que sopese las consecuencias. Sin embargo, su presidente, Mahmud Ahmadineyad, mantiene que el parón en las conversaciones sólo perjudicará a Occidente al hacer que los iraníes se esfuercen más por mejorar su tecn...

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Irán recibió ayer un jarro de agua fría con el anuncio por parte de Rusia de un nuevo retraso en la puesta en funcionamiento de su primera central nuclear, cuya inauguración esperaba antes de fin de año. Cuando la comunidad internacional lleva un mes esperando a que Teherán responda a su oferta para desbloquear la crisis nuclear, la medida rusa parece un mensaje al Gobierno iraní para que sopese las consecuencias. Sin embargo, su presidente, Mahmud Ahmadineyad, mantiene que el parón en las conversaciones sólo perjudicará a Occidente al hacer que los iraníes se esfuercen más por mejorar su tecnología.

"La cooperación nuclear con Irán beneficia a Occidente porque su oposición [a las actividades nucleares pacíficas iraníes] sólo fortalecerá al país y le ayudará en su progreso", ha declarado Ahmadineyad. Sus palabras apuntan a que Irán contempla enriquecer uranio al 20% necesario para su reactor de investigación médica. Precisamente para evitar ese paso, que despierta enormes recelos en la comunidad internacional, el director del Organismo Internacional de la Energía Atómica, Mohamed el Baradei, propuso en octubre que Irán envíe su uranio poco enriquecido (al 3,5%) a Rusia y Francia para reenriquecerlo hasta el 20%.

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La medida pretendía crear confianza. Por un lado, reconocía implícitamente el derecho de Irán a enriquecer uranio hasta el 3,5%, algo que cinco sanciones del Consejo de Seguridad le han prohibido. Por otro, al sacar dos tercios de sus depósitos de ese material fuera del país hubiera reducido el temor a que pueda fabricar una bomba atómica, algo que se consigue enriqueciendo el uranio por encima del 90%. Pero Teherán, tras dar su aprobación inicial al proyecto a primeros de octubre, dio marcha atrás. Ahora, El Baradei trata de rescatar el plan con la intermediación de Turquía. Pero como ha advertido el presidente de EE UU, Barack Obama, el tiempo de la diplomacia se está acabando.

Obama está buscando el apoyo de Rusia y China para presionar a Irán. Por ello resulta significativo que el ministro ruso de Energía, Serguéi Shmatko, anunciara ayer que "la inauguración [de la central de Bushehr] no se producirá para finales de año" tal como estaba previsto. Una empresa estatal rusa se comprometió en 1992 a reanudar las obras de esa central nuclear, que la alemana Siemens inició en los años setenta y abandonó tras la revolución islámica.

Shmatko atribuyó este enésimo retraso a problemas técnicos y subrayó que la política no había influido. Sin embargo, resulta inevitable asociar esa decisión con las palabras del presidente ruso, Dmitri Medvédev, quien tras entrevistarse con Obama, en Singapur el domingo, dijo que Moscú no estaba "contento del todo con el ritmo del diálogo entre Irán y la comunidad internacional sobre el programa nuclear iraní".

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