Editorial:

Ibarretxe disuelve dudas

Las reacciones del PNV refuerzan la opción de Patxi López de gobernar sin nacionalistas

En los dos meses transcurridos desde las elecciones vascas del 1-M, el PNV, con Ibarretxe a la cabeza, ha conseguido disipar las inquietudes de quienes, en el PSE y alrededores, tuvieron dudas de si no hubiera sido mejor buscar un acuerdo con el nacionalismo. Las declaraciones de despedida de Ibarretxe, tras la celebración, esta semana, del último Consejo de Gobierno presidido por él, ha venido a ser un compendio de las razones por las que hoy se ve como más conveniente, y casi inevitable, la opción de Patxi López de gobernar con el apoyo del PP vasco.

En primer lugar, su empecinamiento...

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En los dos meses transcurridos desde las elecciones vascas del 1-M, el PNV, con Ibarretxe a la cabeza, ha conseguido disipar las inquietudes de quienes, en el PSE y alrededores, tuvieron dudas de si no hubiera sido mejor buscar un acuerdo con el nacionalismo. Las declaraciones de despedida de Ibarretxe, tras la celebración, esta semana, del último Consejo de Gobierno presidido por él, ha venido a ser un compendio de las razones por las que hoy se ve como más conveniente, y casi inevitable, la opción de Patxi López de gobernar con el apoyo del PP vasco.

En primer lugar, su empecinamiento en una vía fracasada. Tras una campaña en la que silenció sus propuestas soberanistas, el lehendakari en funciones aprovechó esa última comparecencia para reivindicar en términos heroicos el llamado plan Ibarretxe (de desconexión paulatina de Euskadi con España) y su propuesta de consulta sobre el derecho a decidir. Ése es su legado de 10 años, del que se siente "orgulloso" porque ambas iniciativas quedarán como "dos hitos democráticos sobre los que algún día habrá que edificar las soluciones". Quienes no los asumen, "niegan a los vascos el derecho a decidir".

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Lo que nació como propuesta (fallida) para convencer a ETA se convirtió luego en programa soberanista para amalgamar una coalición de gobierno. Con independencia del fracaso de esas propuestas, por la poderosa razón de que en Euskadi no existe una mayoría independentista, su elevación a principios democráticos para resolver el conflicto, cierra el paso a acuerdos estables con partidos que no asuman la doctrina soberanista.

En segundo lugar, la incapacidad para ponerse en el lugar de quienes no comparten la fe nacionalista. La insólita amenaza de ETA de declarar "objetivo preferente" al Gobierno que forme Patxi López ha sido relativizada por Ibarretxe con el argumento de que todos los Gobiernos han estado bajo amenaza. Y el presidente del PNV en Vizcaya, Andoni Ortuzar, considerado representativo del sector moderado del partido, ha deslizado sarcasmos sobre la dificultad de López para reclutar personalidades independientes para su Gobierno: prescindiendo del hecho de que una causa decisiva de esa contrariedad sea la existencia de tales amenazas.

El tercer mensaje de Ibarretxe que viene a sintetizar las reacciones de su partido en estos dos meses ha sido que su salida de Ajuria Enea se debe a una decisión judicial y no a la voluntad de los ciudadanos. La permanente referencia a la prohibición judicial de las candidaturas herederas de Batasuna como prueba de la falta de legitimidad de la alternancia es muy grave; pero casi lo es en mayor medida que Ibarretxe contabilice los votos de las formaciones que apoyan a ETA como parte de la mayoría nacionalista que contrapone a la mayoría parlamentaria, el 52% de los diputados vascos, que pasado mañana respaldará la elección del primer lehendakari no nacionalista de la historia.

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