España no era diferente en 1939

El congreso en el CCCB revisa los regímenes fascistas

Contra lo que un cierto tópico indica, España no era tan diferente a la gran mayoría de los países europeos cuando en 1939 cayó en manos de un dictador militar que se colocó al frente de un régimen cuya particularidad fue, a juicio del historiador Enzo Traverso, conciliar por vez primera fascismo y nacionalcatolicismo. La mera enumeración de la larga lista de gobiernos y regímenes fascistas o parafascistas instalados en el poder a lo largo y ancho de Europa en los años que desembocaron en la II Guerra Mundial es enormemente ilustrativa.

Esta lista la expuso el profesor Luciano Casali, d...

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Contra lo que un cierto tópico indica, España no era tan diferente a la gran mayoría de los países europeos cuando en 1939 cayó en manos de un dictador militar que se colocó al frente de un régimen cuya particularidad fue, a juicio del historiador Enzo Traverso, conciliar por vez primera fascismo y nacionalcatolicismo. La mera enumeración de la larga lista de gobiernos y regímenes fascistas o parafascistas instalados en el poder a lo largo y ancho de Europa en los años que desembocaron en la II Guerra Mundial es enormemente ilustrativa.

Esta lista la expuso el profesor Luciano Casali, de la Universidad de Bolonia, en el congreso de historia sobre Europa 1939: el año de las catástrofes clausurado en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Para ayudar a comprender el marco general europeo en el que se ahogó la Segunda República Española, Casali expuso calendario durante el que previamente se habían ido instalando en todo el continente regímenes y gobiernos no democráticos, próximos al fascismo o directamente fascistas.

Es largo. En 1920, la dictadura del almirante Horthy en Hungría; en 1922, en Italia, Mussolini; en 1925, Ahmed Zogu en Albania, y en Grecia, el general Pangalos; en 1926, el mariscal Pilsudski en Polonia; también en 1926, en Portugal, el general Antonio Oscar Carmona, y en Lituania, Antanas Smetona; en 1929, en Yugoslavia, el rey Alejandro I; en 1932, en Austria, Dollfuss; en 1933, Hitler en Alemania; en 1934, Konstantin Päts en Estonia y Karlis Ulmanis en Letonia; en 1938, el rey Carol II en Rumania, y en marzo de 1939, en Eslovaquia, el obispo Jozef Tiso.Había partidos de igual o similar contenido en Estados democráticos, como los rexistas de Degrelle en Bélgica, la Unión Británica de Fascistas de Oswald Mosley o el Partido Nacional Socialista de Anton Adrian Mussert en Holanda. Y además, existían otros grupos y partidos que desarrollaban tácticas directamente terroristas, como los Guardias de Hierro y las Cruces Flechadas en Rumania y los ustachas en Croacia.

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