ESTA SEMANA

Alarma

La presencia de Manuel Chaves sirvió, una vez más, para desactivar la alarma surgida ante la posibilidad de que el Gobierno central estuviera cerrando bilateralmente el nuevo modelo de Financiación Autonómica con la Generalitat de Cataluña. La puesta en escena posterior a los encuentros que se mantuvieron el pasado sábado en La Moncloa venía a subrayar la trascendencia que tenía para todos la inclusión en esos contactos del presidente andaluz, que actuaba así como el principal garante de la "multilateralidad" de las negociaciones que se llevan a cabo. El mensaje de Zapatero quedaba claro, sobr...

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La presencia de Manuel Chaves sirvió, una vez más, para desactivar la alarma surgida ante la posibilidad de que el Gobierno central estuviera cerrando bilateralmente el nuevo modelo de Financiación Autonómica con la Generalitat de Cataluña. La puesta en escena posterior a los encuentros que se mantuvieron el pasado sábado en La Moncloa venía a subrayar la trascendencia que tenía para todos la inclusión en esos contactos del presidente andaluz, que actuaba así como el principal garante de la "multilateralidad" de las negociaciones que se llevan a cabo. El mensaje de Zapatero quedaba claro, sobre todo, para los propios catalanes, muy empeñados como están en demostrar que esto de la financiación es cosa de dos. Pero, al mismo tiempo, se trataba de esta forma de tranquilizar al resto de comunidades que temen verse discriminadas.

Y aquí se han puesto de manifiesto, una vez más, las diferentes formas que hay de enfocar este proceso. Por un lado, está la estrategia "a la catalana", abonada a los discursos-límite, amenazando, incluso, con no apoyar los Presupuestos Generales del Estado y, por otro, la andaluza, más discreta pero que, con el paso del tiempo, puede que se demuestre que es tanto o más eficaz a la hora de los resultados obtenidos. La clave estará en comprobar si, a final, el camino que se ha seguido de la no confrontación con el Ejecutivo central, apoyándolo desde el comienzo de la discusión, ha sido el más correcto y adecuado para los intereses andaluces.

Y lo cierto es que, por lo que hasta ahora ha trascendido, las tesis andaluzas prosperan al consolidarse el principio de financiación teniéndose en cuenta el criterio básico de la población real; al introducirse, al mismo tiempo, los matices correctores correspondientes a la población escolar; al mantenerse el statu quo para que ninguna comunidad salga perdiendo, y estando abiertos, en fin, a otras consideraciones y matices como la dispersión poblacional o geográfica. También se está a favor de la incorporación de otro criterio como es el de ponderar la población de cero a dos años para fijar la financiación sanitaria, principios, en definitiva, que permiten el enganche de todos en el nuevo sistema que se plantea.

Son cuestiones ya sabidas, pero lo que tal vez más llame la atención sea el optimismo contenido que se observa en la Junta y en el PSOE andaluz. Dicen tener razones para ello. Piensan que Zapatero resolverá el problema de la llamada Deuda Histórica y, además, en los términos que aquí se reivindican. Así que la alarma está dejando paso a la esperanza, la mejor forma, desde luego, de afrontar el importante debate de esta semana en el Parlamento para la aprobación de los presupuestos andaluces destinados a combatir la crisis.

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