El 'Chicago Tribune' resiste los intentos de chantaje del poder

Un diario en bancarrota denuncia la trama de corrupción

A las seis y cuarto de la mañana del pasado lunes, cuando dos agentes del FBI se presentaron en casa del gobernador Rod Blagojevich, conocido por Blago, para llevárselo esposado, éste les preguntó:

—¿Esto qué es, una broma?

"En esa frase está definida toda su personalidad", comenta Colin McMahon, director de la edición de fin de semana del Chicago Tribune. "Es la frase de un tipo que se considera impune, intocable, y que ve normal todo lo que ha hecho".

En las escuchas interceptadas a Blago por el FBI se desvela cómo el gobernador planeaba presionar al grupo editoria...

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A las seis y cuarto de la mañana del pasado lunes, cuando dos agentes del FBI se presentaron en casa del gobernador Rod Blagojevich, conocido por Blago, para llevárselo esposado, éste les preguntó:

—¿Esto qué es, una broma?

"En esa frase está definida toda su personalidad", comenta Colin McMahon, director de la edición de fin de semana del Chicago Tribune. "Es la frase de un tipo que se considera impune, intocable, y que ve normal todo lo que ha hecho".

En las escuchas interceptadas a Blago por el FBI se desvela cómo el gobernador planeaba presionar al grupo editorial de The Chicago Tribune —que se declaró esta semana en bancarrota—. Pretendía impedirle la venta de un estadio de béisbol, que ayudaría a saldar las deudas del grupo, si no se avenía a despedir a un miembro del equipo que redacta los editoriales del periódico.

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Por el rascacielos donde se encuentra la sede de este periódico fundado en 1847, que tiene una tirada diaria de unos 500.000 ejemplares, ha pasado lo mejor y peor de la ciudad. Pasó Barack Obama antes de ganar las elecciones. "Era increíble la habilidad que tenía para esquivar las preguntas que no le interesaban; lo hacía de una forma tan, tan suave que sólo te dabas cuenta después de que en realidad no te había contestado a la pregunta", señala McMahon.

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Y pasó Blagojevich varias veces para reunirse con los 12 miembros del equipo editorial. "Se obsesionó con un compañero de los editoriales. Quería que lo despidieran. Pero los periodistas no sabíamos nada de eso. No sé si lo sabrían los dueños del periódico. Nosotros dimos la exclusiva de que el FBI lo iba a detener. Pero no teníamos ni idea del contenido de las escuchas", añade McMahon.

El periódico se encuentra contra las cuerdas de la bancarrota, pero no parece rendirse ante la gran máquina de los demócratas, que gobiernan en esta ciudad de 8,7 millones de habitantes desde hace más de 80 años. "Esa máquina está basada en un sistema muy jerárquico, con una disciplina férrea y mucha lealtad en la cadena de mando", indica un antiguo ayudante del gobernador Blagojevich, que prefiere preservar el anonimato. "En la cima de esa pirámide hay tres familias irlandesas. Una es la de Michael Madigon, que es presidente de la Cámara de Representantes en Illinois, otra la del alcalde Richard Daley, y otra la de Richard Mell, que es el suegro del gobernador".

A veces, un simple periodista como Mike Royko (1932-1997), se enfrentaba a la máquina y se atrevía a publicar una biografía sobre el entonces alcalde de Chicago, Richard J. Daley (1902-1976), padre del actual edil. La biografía, publicada en 1972 y titulada The Boss (El Jefe) describía los hábitos de corrupción en Chicago.

El viejo Daley, presionó a más de 200 librerías para que no la vendieran. Pero 36 años después de su primera edición, el libro aún sigue destacado en las librerías. La máquina aún controla la ciudad. Y el Chicago Tribune, aún contra las cuerdas de la crisis económica, sigue haciéndose valer.

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