El 'Terror' surafricano

Mosiuoa Lekota, el fundador del nuevo partido a punto de lanzarse en Suráfrica, es más conocido entre sus amigos -y por gran parte del pueblo surafricano- por su apodo: Terror. Decidió volver a su nombre de pila hace relativamente poco, cuando fue nombrado ministro de Defensa. Nada tiene que ver ese apodo con el terrorismo, aunque el antiguo Gobierno blanco lo encarceló durante casi 14 años por participar en la lucha armada contra el apartheid. A Lekota le llaman Terror porque en el campo de fútbol tenía fama de ser un gran goleador. El terror de las defensas rivales.

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Mosiuoa Lekota, el fundador del nuevo partido a punto de lanzarse en Suráfrica, es más conocido entre sus amigos -y por gran parte del pueblo surafricano- por su apodo: Terror. Decidió volver a su nombre de pila hace relativamente poco, cuando fue nombrado ministro de Defensa. Nada tiene que ver ese apodo con el terrorismo, aunque el antiguo Gobierno blanco lo encarceló durante casi 14 años por participar en la lucha armada contra el apartheid. A Lekota le llaman Terror porque en el campo de fútbol tenía fama de ser un gran goleador. El terror de las defensas rivales.

En persona es un hombre campechano, bromista, sonriente, tocón, casi latino en su forma de ser. Durante los años ochenta, cuando lideró el movimiento interno de resistencia al sistema de gobierno más racista de la tierra, encarnó las mejores virtudes de su partido, el Congreso Nacional Africano (ANC en sus siglas en inglés). Su deseo de derrotar al apartheid no partía del resentimiento, sino de una visión generosa de lo que debía ser su país.

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Lo demostró en 1994, el año en que cayó el apartheid, tras ser elegido el primer gobernador negro del Orange Free State, una provincia en el centro geográfico de Suráfrica y donde el sistema de discriminación racial había exhibido su faceta más brutal. A pocas semanas de asumir el cargo, Lekota cumplió años y celebró una gran fiesta a la que invitó a muchos granjeros blancos, entre ellos a un notorio ex militar neonazi llamado Eddie von Maltitz, que en los meses anteriores a las elecciones de 1994 había entrenado a centenares de jóvenes blancos para la guerra civil que parecía aproximarse. Lekota lo desarmó para siempre con una combinación al mejor estilo de Nelson Mandela -con el que compartió cárcel-: respeto, encanto e integridad. Lekota utilizó la misma magia con los demás líderes políticos blancos de su Estado y la temida guerra nunca estalló.

El temor hoy es que Lekota, de 60 años, forme el nuevo partido motivado no por esa generosidad que siempre lo definió, sino por resentimiento personal hacia sus ex correligionarios del ANC, cuyos actuales dirigentes lo han ninguneado. Si se demuestra que en su decisión hay además una buena dosis de sustancia ideológica, su iniciativa debería de ser positiva para el país. El ANC amenazaba con ser el partido hegemónico durante décadas. Ahora puede que surja una verdadera oposición electoral.

Mosiuoa Terror Lekota.
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