Cartas al director

El 'caso Fabra' como síntoma

Las recientes informaciones publicadas sobre el denominado caso Fabra son todas síntomas de las gravísimas carencias de nuestro sistema democrático. Síntoma de una clase política bajo sospecha. Síntoma de un poder judicial lento hasta la desesperación (lo que ocurre en el Juzgado número 1 de Nules lo ves en una serie televisiva y piensas que el guionista se ha pasado tres pueblos). Y, por añadidura, síntoma de la tragicomedia en que se ha convertido la Administración del Partido Popular en la Comunidad Valenciana.

Ante la que (les) está cayendo, Camps, Barberà y la alegre muchach...

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Las recientes informaciones publicadas sobre el denominado caso Fabra son todas síntomas de las gravísimas carencias de nuestro sistema democrático. Síntoma de una clase política bajo sospecha. Síntoma de un poder judicial lento hasta la desesperación (lo que ocurre en el Juzgado número 1 de Nules lo ves en una serie televisiva y piensas que el guionista se ha pasado tres pueblos). Y, por añadidura, síntoma de la tragicomedia en que se ha convertido la Administración del Partido Popular en la Comunidad Valenciana.

Ante la que (les) está cayendo, Camps, Barberà y la alegre muchachada popular miran disimuladamente para otro lado. A veces, sin disimulo alguno. Por lo que se ve, entre organizar fastos y eventos varios de dudosa rentabilidad para los ciudadanos, atacar sin desmayo al Gobierno central -Zapatero es culpable de todos los males- y montar sainetes y operetas -el libreto de la Education for the Citizenship, de los reconocidos Camps y Font de Mora, es sin duda una pequeña joya del género- no tienen tiempo para otros asuntos.

Si, como dice Rajoy, Fabra es un ciudadano y político ejemplar, así será, digo yo.

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Para completar el reparto, el PSPV (¿o PSCV?) ni está ni se le espera. Por lo que se ve, el proceso de autodestrucción no les deja tiempo para nada. Aunque Unamuno no ha sido nunca santo de mi devoción, hay que reconocer que lo de "¡Qué país, qué paisaje y qué paisanaje!" a los valencianos nos viene como anillo al dedo.

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