Editorial:

De Vitoria a Santoña

Política, como pide Ibarretxe, sí: para deslegitimar a ETA y no para darle coartadas

Luis Conde, brigada del Ejército, ha sido la tercera víctima mortal de ETA en lo que va de año. De Vitoria a Santoña, pasando por Ondarroa, los terroristas han hecho estallar 300 kilos de explosivos en un alarde que ha provocado también 18 heridos, entre los que figura una transeúnte de 70 años que se encuentra muy grave, y un capitán sanitario, grave, y cuantiosos daños contra bienes públicos y privados.

Alarde, ¿para qué?, se preguntaba ayer Ibarretxe, respondiéndose: para nada. Que así sea, en el sentido de que no servirá para hacer avanzar causa política alguna, depende en parte de ...

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Luis Conde, brigada del Ejército, ha sido la tercera víctima mortal de ETA en lo que va de año. De Vitoria a Santoña, pasando por Ondarroa, los terroristas han hecho estallar 300 kilos de explosivos en un alarde que ha provocado también 18 heridos, entre los que figura una transeúnte de 70 años que se encuentra muy grave, y un capitán sanitario, grave, y cuantiosos daños contra bienes públicos y privados.

Alarde, ¿para qué?, se preguntaba ayer Ibarretxe, respondiéndose: para nada. Que así sea, en el sentido de que no servirá para hacer avanzar causa política alguna, depende en parte de la actitud que frente a esa ofensiva adopten los partidos y líderes políticos, incluyendo el propio lehendakari. Ayer transmitió tres mensajes principales: a ETA, que es incompatible reclamar diálogo y poner bombas; a los demás partidos, que para buscar la paz no basta con la policía y los jueces: es necesario hacer política; y a sus seguidores, que él nunca renunciará a sus ideas. Esto último en respuesta a quienes le han acusado de ambigüedad.

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El diálogo es incompatible con las bombas, pero la consecuencia debería haber sido la retirada de su propuesta de consulta soberanista: con ETA en activo contra los que se oponen a ella no puede haber igualdad de oportunidades. Es necesario hacer política para acabar con el terrorismo, y concretamente contribuir a la "deslegitimación social y política de su entorno", escribió Josu Jon Imaz. Al hacerlo, ¿estaba renunciando el anterior presidente del PNV a sus ideas nacionalistas? ¿Cómo puede interpretar ETA iniciativas como la de denunciar al Gobierno de España en Estrasburgo por supuesta vulneración de derechos humanos? ¿Será una incitación a abandonar los coches bomba o una justificación de su utilización para asesinar "en nombre de una presunta voluntad popular no atendida", como también advirtió Imaz? Nadie espera que Ibarretxe renuncie a sus ideas, pero sí que deje de vincular la renuncia de ETA con la obtención de objetivos nacionalistas.

Con su exhibición de brutalidad del fin de semana ETA intenta sacudir la indiferencia con que la población vasca, incluyendo su propia feligresía, viene acogiendo el paulatino desmantelamiento policial y judicial de su entramado civil. El consejero vasco de Interior, Javier Balza, ha declarado estos días que el debate celebrado en ETA se ha zanjado con el respaldo unánime a la ruptura de la tregua. Esa unanimidad se ha logrado entre los presos mediante el subterfugio de asegurarles que antes del fin de la legislatura habrá una nueva negociación, y que para que tenga éxito ETA debe demostrar su fuerza.

En estas condiciones, el papel de la política es respaldar la firmeza policial y judicial y reforzar la unidad de los partidos democráticos en el rechazo a esa pretensión de ETA. Ibarretxe tendrá ocasión de hacerlo en el debate de política general, el viernes, en el Parlamento vasco, y en el Alderdi Eguna, el domingo, ante los suyos.

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