El conflicto de Georgia pone a prueba la unidad de la Alianza Atlántica

Los nuevos socios piden que se piense más en las amenazas sobre Europa

La guerra de agosto en Georgia pone a prueba la unidad de la OTAN, dividida entre la sensibilidad de los socios nuevos, que reclaman una mayor atención a la potencial amenaza rusa, y buena parte de los antiguos, España entre ellos, que prefieren tratar con Rusia de un modo que no agrave tensiones.

"No todos los aliados están de acuerdo en que hay que hacer algo", señala una fuente aliada. Para evitar crisis internas, los ministros de Defensa señalaron ayer que la OTAN tiene capacidad para adaptarse a la nueva situación y que sus planes no deberían ser tomados por Moscú como actos hostil...

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La guerra de agosto en Georgia pone a prueba la unidad de la OTAN, dividida entre la sensibilidad de los socios nuevos, que reclaman una mayor atención a la potencial amenaza rusa, y buena parte de los antiguos, España entre ellos, que prefieren tratar con Rusia de un modo que no agrave tensiones.

La OTAN se juega su futuro en Afganistán, donde Rusia es socio clave
La guerra de agosto hace más difícil convencer a los que recelan de Tbilisi

"No todos los aliados están de acuerdo en que hay que hacer algo", señala una fuente aliada. Para evitar crisis internas, los ministros de Defensa señalaron ayer que la OTAN tiene capacidad para adaptarse a la nueva situación y que sus planes no deberían ser tomados por Moscú como actos hostiles, sino continuación de una historia de 60 años de estar preparada para cualquier contingencia.

La reunión de los ministros aliados en Londres, un formato que no supone la toma de decisiones formales, había sido convocada hace tiempo para hablar de la transformación de la OTAN, de cómo dotarse de más medios (en particular helicópteros), de cumplir los siempre difíciles compromisos presupuestarios y de la necesidad de adaptarse a los desafíos bélicos del siglo XXI.

La crisis del Cáucaso centró de un modo radical las mentes en otro asunto: si la evolución técnica y política de la OTAN hacia una Alianza con espíritu expedicionario para intervenir en tierras lejanas (como es el caso de la operación en Afganistán) es la necesaria o si se debe volver a su concepto inicial de estructura para la defensa de sus propios integrantes

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Los países bálticos, Polonia y la República Checa, con motivos históricos para temer a Rusia, mantienen vigorosamente la tesis de que la prioridad está en territorio europeo y que hay que plantarse un nuevo equilibrio. "Se ha llegado a la conclusión de que el equilibrio entre fuerza expedicionaria y la función tradicional está, a grandes rasgos, bien", señaló una fuente aliada. "Pero también que si se adoptan medidas, como evaluaciones de la seguridad o la realización de maniobras, será algo que corresponde a la razón de ser de la Alianza, algo que se ha hecho durante 60 años, que no debe llevar a nadie a alarmarse". Nadie, en este caso, quiere decir Rusia.

Los aliados han tomado distancia política de Moscú y critican duramente la intervención rusa en Georgia. "Es un asunto grave", dice el secretario general de la Alianza, Jaap de Hoop Scheffer. Pero no tanto como para romper con Rusia, socio necesario en diversos frentes, entre ellos el de Afganistán, donde la OTAN se juega su credibilidad y su futuro. De ahí que ayer se reiterara el apoyo a la operación en el país asiático y se indicara que ningún socio aboga por reducir el compromiso en Afganistán en beneficio de otras estrategias.

También se mantuvo el compromiso genérico con Georgia, que en su versión extrema supone la integración de la pequeña república caucásica en la Alianza. En la cumbre de Bucarest quedó patente la división de los aliados sobre la conveniencia de ese movimiento y sólo se acordó entonces que algún día Georgia y Ucrania serían miembros de la OTAN.

La guerra de agosto y la secesión de Osetia del Sur y Abjazia, reconocida por Moscú, dificulta aún más la misión de convencer a recelosos como Francia, Alemania, Italia y España. El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos mantiene que la propia Georgia ha minado sus aspiraciones de adhesión a la Alianza Atlántica: "Desafió abiertamente a su principal patrocinador, Estados Unidos, al intentar recuperar sus territorios perdidos sin tener capacidad para hacerlo en solitario y luego pide que Occidente arregle el desastre".

Entre los partidarios de estrechar lazos y ampliar la Alianza hacia Georgia, además de los nuevos socios, figura el Reino Unido. Gordon Brown recibió ayer a su homólogo georgiano para manifestarle "el pleno apoyo a la integridad territorial de Georgia". Los aliados discutieron qué hacer. "Todavía no hemos tomado decisiones sobre cómo y cuándo vamos a ayudar a Georgia, pero lo haremos, de eso no hay duda", señaló el secretario general aliado.

Hoop Scheffer (derecha) saluda al ministro británico de Defensa, Des Browne, ayer en Londres.AFP

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