El Clínico compostelano realiza ya todo tipo de trasplantes de médula

Es vecino de Silleda y, aunque los médicos le dieron un año de vida, ayer recibió el alta en el Clínico de Santiago. Este hombre, cuya identidad se ha preservado, es el primer paciente que recibe en Galicia un trasplante de médula de una persona con la que no está emparentada, ya que hasta el 19 de agosto, cuando fue intervenido, el Sergas sólo practicaba estas operaciones si el donante era familiar del enfermo. El jefe de Hematología del Clínico, José Luis Bello, espera que el hospital atienda cada año a los cerca de 20 gallegos que suelen precisar estas intervenciones y que antes tenían que ...

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Es vecino de Silleda y, aunque los médicos le dieron un año de vida, ayer recibió el alta en el Clínico de Santiago. Este hombre, cuya identidad se ha preservado, es el primer paciente que recibe en Galicia un trasplante de médula de una persona con la que no está emparentada, ya que hasta el 19 de agosto, cuando fue intervenido, el Sergas sólo practicaba estas operaciones si el donante era familiar del enfermo. El jefe de Hematología del Clínico, José Luis Bello, espera que el hospital atienda cada año a los cerca de 20 gallegos que suelen precisar estas intervenciones y que antes tenían que viajar a otra comunidad.

Las células que le fueron trasplantadas al vecino de Silleda, aquejado de un síndrome mielodisplásico, proceden de un ciudadano francés, uno de los 10 millones de personas inscritas en el registro mundial de donantes de médula. Cuando en algún lugar del planeta aparece alguien compatible con un enfermo, sus células viajan con una certificación especial que les permite eludir los controles de aduanas, ya que las radiaciones de los arcos de seguridad podrían destruirlas.

En octubre llegarán al Clínico muestras de Estados Unidos y Alemania que serán trasplantadas a dos pacientes gallegos. La probabilidad de encontrar un donador compatible con las células de enfermos de dolencias como la leucemia o el linfoma es baja. Entre los familiares ronda el 30% y entre los 10 millones de muestras de todo el mundo hay que tener mucha suerte para hallar dos. Lo del vecino de Silleda fue casi un milagro: los médicos pudieron elegir entre tres donantes separados por miles de kilómetros.

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