Análisis:EL ACENTO

El misterio suizo de El Bulli

Se llama Pascal Henry. Tiene 46 años, mensajero de profesión, suizo de nacionalidad y por tanto con la presunción de conducta respetable. En fin, que no es de esa gentuza que se marcha de un establecimiento sin pagar. Pero el caso es que Henry, que salió de su casa de Ginebra a principios de mayo con el objetivo de visitar en dos meses los 68 restaurantes de tres estrellas de la guía Michelin, está virtualmente desaparecido desde la medianoche del 14 de junio, tras haber degustado uno de esos exóticos menús de Ferran Adrià en El Bulli en Rosas (Girona). El restaurante del afamado ...

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Se llama Pascal Henry. Tiene 46 años, mensajero de profesión, suizo de nacionalidad y por tanto con la presunción de conducta respetable. En fin, que no es de esa gentuza que se marcha de un establecimiento sin pagar. Pero el caso es que Henry, que salió de su casa de Ginebra a principios de mayo con el objetivo de visitar en dos meses los 68 restaurantes de tres estrellas de la guía Michelin, está virtualmente desaparecido desde la medianoche del 14 de junio, tras haber degustado uno de esos exóticos menús de Ferran Adrià en El Bulli en Rosas (Girona). El restaurante del afamado chef catalán hacía el número 40 de su gira gastronómica y desde allí el gourmet suizo se disponía a viajar al País Vasco, Estados Unidos y Japón.

El hecho podría entrar en la categoría de esos incidentes de comensales que se largan sin pagar la nota tras avisar que salen para recoger algo del automóvil. En realidad, eso fue lo que comunicó el suizo, es decir, que se marchaba un momento a buscar una tarjeta de visita. Pero lo cierto es que nunca más se supo de él.

Sin embargo, Henry no era un cualquiera. Su proyecto había sido objeto de atención en la prensa de su país y estaba apadrinado por Paul Bocuse, al que cautivó con su aventura cuando le visitó el 5 de mayo. Fue en el restaurante del archiconocido cocinero francés, en Collonges-au-Mont-d'Or, donde comenzó el periplo. "Hagan algo. Encuéntrenlo", ruega Bocuse. Al restaurador le cayó tan bien que envió a sus colegas un fax anunciándoles que le trataran a cuerpo de rey; además, le regaló un cuaderno donde apuntar el menú que le sirvieran tal y como había hecho la noche que cenó en su local.

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Se evaporó? ¿Se fugó? ¿Sufrió un accidente? ¿Fue víctima de un secuestro de una banda de fast food? ¿Sufrió una perturbación transitoria por muy suizo que sea? En fin, ahora que nos azota la crisis económica, el suceso sirve para dar rienda suelta a la fantasía, pues reúne los elementos de una novela negra de Mankell, Donna Leon o el fallecido Vázquez Montalbán. Un caso misterioso y absurdo que tendrían que resolver el inspector Wallander, el comisario Brunetti o el detective Carvalho. Hay muchos cabos sueltos en la desaparición del modélico ciudadano. ¿O no era tan modélico?

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