Reportaje:12º Congreso del PP vasco

El icono de María se ha roto

San Gil cierra su presidencia envuelta en la polémica - Algunos compañeros no entienden su postura revanchista - La mayoría cree que hoy no acudirá

"Que venga o que no venga, pero que nos deje en paz". Despectiva alusión de un reconocido cargo del PP alavés a la posible presencia de María San Gil en el congreso que los populares vascos inician hoy como punto de partida de su nueva etapa política. Tal muestra de desafecto indica hasta qué punto el icono de la hasta mañana es presidenta del PP vasco se ha roto entre las manos de la inmensa mayoría de sus compañeros.

Con el paso de los días, la deriva política y personal de María San Gil sólo recibe ya la comprensión de su reducida guardia pretoriana, que encabeza la aguerrida Olivia ...

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"Que venga o que no venga, pero que nos deje en paz". Despectiva alusión de un reconocido cargo del PP alavés a la posible presencia de María San Gil en el congreso que los populares vascos inician hoy como punto de partida de su nueva etapa política. Tal muestra de desafecto indica hasta qué punto el icono de la hasta mañana es presidenta del PP vasco se ha roto entre las manos de la inmensa mayoría de sus compañeros.

Con el paso de los días, la deriva política y personal de María San Gil sólo recibe ya la comprensión de su reducida guardia pretoriana, que encabeza la aguerrida Olivia Bandrés, algo más que su mano derecha. "Debemos de mirar hacia adelante, y los que quieren quedarse atrás, que se queden, pero no es de recibo mandar cartas con esos términos". En la dirección del PP guipuzcoano todavía no se digiere, "porque lo que dicen es mentira", el léxico corrosivo utilizado en cada una de las tres misivas enviadas -eso sí, desde un mismo despacho donostiarra- por Carmen Rubio, Pedro Altuna y Maribel Melgosa para denunciar como razón de su despedida del partido que se ha "triturado" a la presidenta.

Olivia Bandrés controla con mano de hierro el equipo de apoyo a San Gil
Algunos como Basagoiti se rebelan cuando afirman que la han traicionado
En algún momento ha llegado a decir que "quizá" se haya podido equivocar
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¿Por qué actúa así María San Gil? ¿Acaso tiene razón? ¿Se ha dado cuenta del error, pero le aconsejan no dar marcha atrás? ¿Siente que se evapora su legado y que la mayoría le ha dado rápidamente la espalda sin división interna alguna?

A San Gil, derrotada en su pulso con Rajoy, sólo le arropa en el PP vasco un reducido grupo de colaboradores inquebrantables. Todos ellos (sobresalen Carmelo Barrio y Juan Encinas), bajo un caparazón que controla con mano de hierro Olivia Bandrés, a quien desde distintos puntos se dirigen muchos de los dardos por el devenir de los acontecimientos. La hija del histórico dirigente de Euskadiko Ezkerra, curtida batalladora en la defensa de las víctimas del terrorismo, ha marcado el campo de San Gil dentro y fuera del partido, dejando para su "adorada jefa" el siempre rentable papel de la sonrisa complaciente.

Hacia Olivia Bandrés se dirigen, de hecho, los reproches de algunas de las recientes equivocaciones, "pero no todas", de San Gil. "María sabe las veces que personas como Usandizaga o Basagoiti han hablado con ella para convencerla y lo que a ellos les ha costado escuchar algunas de las cosas que ella les decía cuando la iban a visitar".

Aquel domingo 11 de mayo, al salir del cine, María José Usandizaga no daba crédito al texto que palpitaba en su móvil: "María planta cara a Rajoy", rezaba literalmente el texto de la pantalla. No daba crédito, según admitió luego a sus más próximos. Inmediatamente lo puso en conocimiento de Antonio Basagoiti y Alfonso Alonso, igualmente atónitos por la sorpresa y, principalmente, por su trascendencia. Y es que San Gil ocultó a sus compañeros vascos de dirección el inicio de su cruzada.

Hay quien sostiene que la todavía presidenta no se sentía con fuerzas para arrastrar a la cúpula de su partido desde aquella reunión, posterior al 9-M, en el hotel Aránzazu de San Sebastián, en la que se escucharon las primeras voces deseosas de abrir el PP vasco a la sociedad.

A San Gil y a Carmelo Barrio, su secretario general, no les habían gustado los análisis críticos formulado por Basagoiti (llegó a pedir el modelo de UPN) y Alonso (acercarse a los deseos del ciudadano). Por ello, emplazó a los principales cargos del PP regional a emitir un informe por escrito sobre el estado de la cuestión, que ella misma recopiló. Aunque el tono de ese encuentro fue distendido, las primeras grietas habían aparecido. Pero, en su línea de líder por entonces incontestable, San Gil apenas tardó 48 horas en recuperar su mensaje inflexible, implacable con el enemigo, y las ventanas volvieron a cerrarse en el PP.

Sin embargo, la afrenta de San Gil a Mariano Rajoy en su duro pulso político y mediático por la defensa numantina de una postura frentista con los nacionalistas vascos y refractaria con los socialistas dio alas a los críticos vascos, cuyo peso real no supo atisbar la presidenta. Días después, la falta de previsión le estalló y nadie se puso a llorar por el anuncio de su despedida.

¿Estará hoy en el Euskalduna? La mayoría de las voces autorizadas consultadas por EL PAÍS coinciden en que "no vendrá, aunque todos le esperamos hasta el último momento". En cambio, hay quien sostiene que "puede repetir el gesto de Aznar en Valencia". Si lo hiciera, nadie se atreve a pronosticar las reacciones de los compromisarios, pero la mayoría se inclinan por "unanimidad en los aplausos".

Quienes la conocen "piel a piel" se atreven a afirmar que "está sufriendo mucho y en algún momento llega a admitir que quizá se haya podido equivocar". Pero a su alrededor le insisten en que está siendo "linchada". Es aquí cuando algunos de sus compañeros se rebelan. "Que Antonio Basagoiti tengan que escuchar, por ejemplo, que le ha traicionado es muy fuerte", señalan desde Bilbao. Su futuro sucesor ha apretado más de una vez los dientes deseando el paso atrás de San Gil, "porque él nunca ha querido ser presidente". Además, ha guardado las formas en todo momento. Como ejemplo, "en el congreso de Valencia, Rajoy organizó una comida con todos los presidentes regionales que estaban allí. Antonio decidió no ir porque no era todavía presidente y se fue a comer con la gente de la delegación vasca", cuenta un colaborador.

María San Gil, muy recuperada de una enfermedad que le ha permitido dedicarse a tope a la familia que le protege, no tiene definido su futuro. "Quienes hablan de que se irá fuera, no la conocen porque donde está a gusto es aquí". Eso sí, tendrá que acostumbrarse a un papel secundario, aunque siempre cualquier taxista de Madrid le dirá: "Que sepa que estoy con usted".

María San Gil, presidenta hasta mañana del Partido Popular vasco, delante de la sombra de Mariano Rajoy.ULY MARTÍN

"No se irá con Rosa Díez"

Una vez despojada de sus atributos como responsable del PP vasco y sin la condición de parlamentaria, "donde ya ha tenido la oportunidad de comprobar cómo ha quedado ella dentro del partido", el futuro político de María San Gil vuelve a entrar en el juego de los análisis.Por concordancia con sus ideas, pero sólo en materia de terrorismo y de antipatía a los nacionalistas vascos y a Zapatero, hay quien no duda en asignar a San Gil un tránsito a medio plazo hacia UPyD, el partido de Rosa Díez. Sin embargo, desde San Sebastián, principalmente, se descarta con absoluta rotundidad "Pero si María y Rosa no se pueden ver... Otra cosa es que tengan una relación cordial y que les una muchas cosas, sobre todo las víctimas del terrorismo".Para consolidar esta teoría hay quien recuerda las críticas que desde el entorno de San Gil, al que no era ajena Olivia Bandrés, se lanzaron contra algunos representantes de ¡Basta ya!, como la propia Rosa Díez, Fernando Savater o Carlos Martínez Gorriarán, a quienes se les consideraba un poco "melífluos y blanditos con algunas cuestiones del PSOE sobre ETA".Eso sí, la posible relación de María San Gil con algunos de los grupos de víctimas del terrorismo es compartida por varios de sus compañeros. "No la vemos despojándose ahora del carné del PP". Su estrecha vinculación con las víctimas forma parte de su compromiso personal y político, y de ahí que les seguirá apoyando. Sólo los más maquiavélicos se atreven a presagiar que "se quedará en el partido para ver si Antonio se da un batacazo a las primeras de cambio".

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