Cita con Otegi para evitar el "colapso"

Patxi López arriesgó hace dos años para mantener vivo el proceso y eso le llevará al banquillo - El juez Marlaska 'asedió' a Batasuna meses antes de la reunión

La memoria tiende a olvidar los contextos. Esas situaciones que rodean a las grandes citas y que pueden ayudar a explicar algunos movimientos. Iniciativas arriesgadas, pero necesarias para que un proceso de final dialogado de la violencia, como el ensayado por el Gobierno de Rodríguez Zapatero con ETA en 2006, pueda evitar su "colapso". Es lo que pretendió el presidente del Gobierno al autorizar al líder del PSE, Patxi López, la reunión con la ilegalizada Batasuna que ambos partidos celebraron en un hotel de San Sebastián el 6 de julio de 2006.

Esta decisión suponía una clara modificaci...

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La memoria tiende a olvidar los contextos. Esas situaciones que rodean a las grandes citas y que pueden ayudar a explicar algunos movimientos. Iniciativas arriesgadas, pero necesarias para que un proceso de final dialogado de la violencia, como el ensayado por el Gobierno de Rodríguez Zapatero con ETA en 2006, pueda evitar su "colapso". Es lo que pretendió el presidente del Gobierno al autorizar al líder del PSE, Patxi López, la reunión con la ilegalizada Batasuna que ambos partidos celebraron en un hotel de San Sebastián el 6 de julio de 2006.

El juicio por las reuniones políticas en la tregua se celebrará este otoño

Esta decisión suponía una clara modificación por la vía de los hechos del famoso precepto de Rodríguez Zapatero "primero la paz y luego la política", que encuadró el arranque del proceso. ¿Y cuál era el contexto que rodeó ese movimiento clave?

Los líderes de la izquierda abertzale habían trasladado a los interlocutores socialistas con los que se habían reunido en los años precedentes al alto el fuego permanente, anunciado el 22 de marzo, que las "agresiones" de la Audiencia Nacional a los interlocutores de Batasuna tenían que "cesar". "Hay que abrir la mesa de partidos", exigían una y otra vez en público y en privado.

En plena celebración del debate sobre el Estado de la nación, en mayo de 2006, la maquinaria de la Audiencia Nacional seguía en su asedio a la ilegalizada Batasuna. Un magistrado bilbaíno, Fernando Grande-Marlaska, en sustitución de Baltasar Garzón en el juzgado Central de Instrucción número 5, aplicaba de manera rigurosa el auto dictado por éste en enero de ese año. En él que se prorrogaba por dos años más la suspensión de actividades ordenada por Garzón en agosto de 2002. En enero de 2006, el Gobierno, ETA, el PSE y Batasuna sabían que el alto el fuego era una cuestión de pocas semanas. Pero la maquinaria de la justicia no seguía su curso: citaciones, imputaciones por terrorismo, fianzas millonarias para los recién nombrados interlocutores de la izquierda abertzale... Muchas, a petición de grupos como Dignidad y Justicia o la AVT.

Ese día, el 31 de mayo, el mismo en que se abría el debate de la nación, y al día siguiente, Arnaldo Otegi, Joseba Permach y otros seis dirigentes de Batasuna tenían que comparecer ante Marlaska con una imputación bajo el brazo muy seria: integración en banda armada y amenazas terroristas. Por ese nuevo delito correspondían penas de entre 10 y 15 años de cárcel.

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En ese contexto, Patxi López, Jesús Egiguren y Rodolfo Ares, con el visto bueno de Ferraz y de La Moncloa, deciden hacer un movimiento político: anunciar una ronda de partidos en la que incluyen a la izquierda abertzale. "No fue un coste excesivo, era lo que había que hacer", señala una persona que vivió en primera línea esa arriesgada iniciativa. Dar marchamo de interlocutor a la ilegalizada Batasuna para decirle que tenía que convertirse en un partido político como los demás, sin ningún tipo de tutelaje por parte de una organización terrorista como ETA, explican.

El jueves 1 de junio, cuando ya se conocía la voluntad del PSE de reunirse con Batasuna, Jesús Egiguren ofreció una charla ante militantes socialistas en la Casa del Pueblo de Portugalete. Sin luz ni taquígrafos, a puerta cerrada, Egiguren hacía pedagogía del proceso, respondía a las dudas, hacía pronósticos... A la salida, el presidente del PSE tuvo tiempo para ver de reojo la noticia en el televisor de la sede socialista del resultado de la comparencia judicial de Otegi y los otros siete dirigentes en Madrid.

- ¿Qué ha pasado al final con estos?

- Están todos en la calle y sin fianzas. El fiscal no ha pedido que se modifique su situación.

Con estas nuevas, Egiguren se marchó de la Casa del Pueblo portugaluja con gesto tranquilo y hablando del proceso de paz.

Nunca una reunión política en la historia reciente de Euskadi había levantado tanta expectación, cabreado tanto al PP y reunido a tantos periodistas y cámaras. Y, sin embargo, nunca duró menos tiempo y tuvo menos contenido material. La foto era el mensaje: Batasuna, pese a estar ilegalizada, es "interlocutora política". Pero debe hacer sus deberes y presentar los estatutos de un nuevo partido político.

Paradojas de la vida política y judicial española, de las cinco personas que se reunieron en el hotel Amara Plaza de San Sebastián para evitar el colapso del proceso, los tres abertzales están en prisión y los dos socialistas se tendrán que sentar en el banquillo de los acusados en los próximos meses por ese encuentro. Para cuando se celebre el juicio, previsiblemente en otoño, en el que también está acusado el lehendakari, Arnaldo Otegi tendría que estar fuera de la cárcel, pese a que aún tiene varias causas pendientes. Se prevé que salga el 31 de agosto. Peor lo tiene sus dos compañeros de reunión, Rufi Etxeberria, en prisión preventiva, y Olatz Dañobeitia, cumpliendo condena por el caso Jarrai-Haika-Segi.

Es después del bombazo de la T-4, el 30 de diciembre de 2006, y sólo después, cuando Jesús Egiguren y el entonces líder del PNV, Josu Jon Imaz, constataron que el proceso ya estaba arruinado para el verano de ese año y que la reunión sólo permitió alargar la decisión de ETA de darle carpetazo.

Los socialistas Paxti López y Rodolfo Ares, frente a la delegación de Batasuna, compuesta Olatz Dañobeitia, Arnaldo Otegi, y Rufi Etxebarria, el 6 de junio de 2006.JESÚS URIARTE

El "engaño"

El líder del principal partido de la oposición, Mariano Rajoy, se subió a la tribuna en la primera sesión del debate del Estado de la nación en mayo de 2006 sin el tema de ETA y la política antiterrorista en el portafolios. Así lo habían pactado previamente socialistas y populares.

Por eso Rajoy se sintió "engañado" por el presidente cuando esa misma noche el líder del PSE, Patxi López, anunció en la tertulia de Radio Euskadi -tras una laboriosa negociación entre los responsables de Informativos, el entonces jefe de prensa de la ilegalizada Batasuna, Juan José Petrikorena, y el dirigente socialista Rodolfo Ares- una próxima reunión con la izquierda abertzale tras considerarla, junto al resto de partidos, un "interlocutor necesario".

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