La cúpula del PNV pide a Ibarretxe que abandone su plan soberanista

El 'lehendakari' no ha respondido a las reiteradas peticiones de la mayoría de su partido, que teme que mantenga su 'hoja de ruta' y la consulta

Tras el fracaso nacionalista en las elecciones del 9-M, la cúpula del PNV, presidida por Iñigo Urkullu, ha pedido reiteradas veces al lehendakari Juan José Ibarretxe, que retire la consulta soberanista que, según su hoja de ruta, iba a convocar en un pleno del Parlamento vasco en junio. El argumento que la mayoría de la dirección del PNV, el sector que lidera Urkullu, está ofreciendo a Ibarretxe para desactivar la consulta es que se había comprometido a convocarla en ausencia de violencia. Ibarretxe no ha respondido a estos emplazamientos y en la dirección del PNV ignoran cuales ...

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Tras el fracaso nacionalista en las elecciones del 9-M, la cúpula del PNV, presidida por Iñigo Urkullu, ha pedido reiteradas veces al lehendakari Juan José Ibarretxe, que retire la consulta soberanista que, según su hoja de ruta, iba a convocar en un pleno del Parlamento vasco en junio. El argumento que la mayoría de la dirección del PNV, el sector que lidera Urkullu, está ofreciendo a Ibarretxe para desactivar la consulta es que se había comprometido a convocarla en ausencia de violencia. Ibarretxe no ha respondido a estos emplazamientos y en la dirección del PNV ignoran cuales son sus planes.

El PNV teme que insistir en la consulta sea nocivo para las elecciones
La duda es si el 'lehendakari' dará la batalla junto a la minoría soberanista
La dirección del PNV baraja fórmulas alternativas al plan de Ibarretxe
Urkullu no quiere que el Gobierno vasco adelante los comicios a octubre
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También le han pedido que aclare su posición de rechazo a los votos de EHAK (o PCTV, Partido Comunista de las Tierras Vascas), la marca de la izquierda abertzale en el Parlamento vasco, para evitar que pueda repetirse lo sucedido en diciembre de 2004, en que el plan soberanista del lehendakari resultó aprobado por el voto decisivo del brazo político de ETA. Tampoco Ibarretxe ha definido su posición ante este segundo emplazamiento.

El discurso del diputado general de Vizcaya, José Luis Bilbao, el miércoles por la noche en un foro organizado por la Fundación Sabino Arana, en el que descalificó la consulta -"debe servir para unir y no para separar y hoy por hoy no se sabe cual es su objeto", dijo- fue la expresión pública de un mensaje de la dirección del PNV que Ibarretxe conoce bien y ante el que no se pronuncia. Bilbao, cuyo discurso conocía Urkullu y goza de su confianza, trató, con su intervención, de forzar una respuesta del lehendakari cuando las semanas pasan y la cita de junio se va acercando.

A Ibarretxe le han ofrecido desde la cúpula del PNV varias posibilidades para justificar ante la opinión pública vasca el aparcamiento de su pretendida consulta, cuya impopularidad reconocen Urkullu y su equipo. Una de ellas es que puede alegar que la violencia etarra persiste y, además, los últimos comunicados de la banda precisan que el ciclo de la violencia va a ser largo. Y, en esas condiciones, no podría celebrarse la consulta, como el propio Ibarretxe apuntó cuando formuló la propuesta.

Otra alternativa que le ofrecen en la cúpula del PNV para aparcar la consulta es que aproveche la reunión que celebrará con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en las próximas semanas. Previsiblemente, Zapatero -aunque dejará claro su rechazo a su plan soberanista y a la consulta, que no sigue los procedimientos democráticos que marcan la Constitución y el Estatuto de Gernika- tampoco le cerrará la puerta al diálogo sobre el futuro político vasca o sobre una reforma del actual Estatuto.

En ese sentido, a Ibarretxe siempre le quedará la posibilidad de anunciar a la opinión pública vasca que se abre una nueva etapa de diálogo con el Gobierno central.

Lo que no convence a la cúpula del PNV es la propuesta que baraja el Gobierno de Ibarretxe de plantear la consulta en junio y adelantar las elecciones a otoño, tras el consiguiente recurso del Ejecutivo de Zapatero ante el Tribunal Constitucional. Teme que insistir en la consulta y adelantar las elecciones vascas, en esas circunstancias, puede ser nocivo para el PNV.

La cúpula del PNV baraja fórmulas políticas alternativas al plan y la consulta de Ibarretxe. Ha desempolvado la propuesta del "no imponer, no impedir", del anterior presidente del PNV, Josu Jon Imaz, consistente en buscar un acuerdo entre nacionalistas y no nacionalistas, que sería aceptado por el Parlamento español. Esta propuesta, que la cúpula del PNV pretende que tenga encaje en la Constitución, tendría su fundamento en su disposición adicional primera, que dice: "La Constitución ampara y respeta los derechos de los territorios forales. La actualización general de dicho régimen foral se llevará a cabo, en su caso, en el marco de la Constitución y de los Estatutos de autonomía".

Urkullu y su núcleo duro apostarían por un nuevo Estatuto basado en la estricta bilateralidad, en una traslación de la fórmula del Concierto Económico Vasco, asumida por la Constitución, a los ámbitos políticos.

Esta fórmula estatutaria, diferente del plan soberanista de Ibarretxe, y negociable con el Gobierno central, lograría un apoyo mayoritario en el nacionalismo vasco y sería una salida a la situación. Esta alternativa crearía, previsiblemente, un problema a Zapatero y su Gobierno, pero, difícilmente, tendría la negativa de antemano como el plan confederal de Ibarretxe.

La reflexión en la cúpula del PNV, agudizada tras el fracaso electoral del 9-M, está avanzada. Todas las alarmas se encendieron desde el mismo momento en que, por vez primera, el PSE ganaba al PNV en todos los territorios, incluida Vizcaya. Y que empeoraba, además, la tendencia negativa de las elecciones municipales de mayo de 2007.

La mayoría del PNV, agrupada con Urkullu, está convencida de que la hoja de ruta y la consulta de Ibarretxe son un lastre para salir del agujero en que está. En septiembre, Ibarretxe, aprovechando el vacío dejado por el fracaso del proceso de paz, sorprendió a la cúpula del PNV, y al propio Urkullu, con ella.

También cree la mayoría del PNV que el Gobierno tripartito que preside Ibarretxe está muerto. No sólo perdió el PNV las últimas elecciones sino que la sangría electoral de sus socios -EB-IU y Eusko Alkartasuna-, fue aún mayor. De tal modo que el PSE sumó más votos que los tres partidos juntos que conforman el Ejecutivo de Ibarretxe. De ahí que el miércoles por la noche, Bilbao abogara por que el PNV cambie de socios y se plantee un Gobierno con el PSE. Urkullu, al día siguiente, no fue tan expresivo, pero sí descalificó a los socios de Ibarretxe en su Ejecutivo.

La gran duda es qué hará Ibarretxe. No se sabe si se acogerá a alguno de los asideros que le han propuesto para salir del atolladero. O, por el contrario, si va dar la batalla a la mayoría del PNV, concentrada en torno a Urkullu, insistiendo en su plan. E, incluso, si esa batalla la daría acompañado de la minoría soberanista, que encabeza el líder guipuzcoano del PNV, Joseba Egibar.

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