La fiebre de los 18 hoyos tras el vino
Con el auge del vino, llegó a la Rioja Alavesa la fiebre del golf. La mayor parte de los terrenos susceptibles del cultivo de la viña se han dedicado en los últimos años a plantar miles de cepas de tempranillo, pero había que buscar un destino a esas fincas norteñas, bajo las sierras de Cantabria y Toloño, habitualmente dedicadas al cereal. Y llegó el maná para dos de los principales ayuntamientos de la comarca, Labastida y Laguardia: la construcción de un campo de golf, con su correspondiente urbanización.
En ambas localidades, se habló de gran complejo, inversión millonaria, puestos d...
Con el auge del vino, llegó a la Rioja Alavesa la fiebre del golf. La mayor parte de los terrenos susceptibles del cultivo de la viña se han dedicado en los últimos años a plantar miles de cepas de tempranillo, pero había que buscar un destino a esas fincas norteñas, bajo las sierras de Cantabria y Toloño, habitualmente dedicadas al cereal. Y llegó el maná para dos de los principales ayuntamientos de la comarca, Labastida y Laguardia: la construcción de un campo de golf, con su correspondiente urbanización.
En ambas localidades, se habló de gran complejo, inversión millonaria, puestos de trabajo, turismo, etcétera. Y "sustanciosos ingresos para las arcas municipales", como explicaba el anterior alcalde de Labastida, el popular Ignacio Gil, cuando defendía las bondades de su proyecto, que suponía la construcción de 750 viviendas en un pueblo de 1.500 habitantes. El actual primer edil, Higinio Arinas, de EB, intenta ahora que se aparque, en sintonía con la mayoría de vecinos.
El anterior alcalde de Laguardia, Javier San Pedro, también del PP, recordaba que el millón de metros cuadrados recalificados a cuenta del campo de golf corresponden en su mayor parte a cultivos de cereal. "Una zona de escaso interés paisajístico, que necesitaba una reordenación", comentaba meses antes de que su partido abandonara el proyecto.