Reportaje:

Sobre el oficio de Gutenberg

Una nueva sala en el Museo do Pobo recorre la historia de la imprenta en Galicia

"Una prensa, nueve horquillas con letras, letras de diversos libros, viñetas y puertas de orlas, historias, brigadas de componedores y todo cuanto es necesario para ejecutar el oficio de imprenta". Estos eran los elementos que formaban, en la Galicia de 1548, una imprenta. Hacía aproximanademente 108 años que Johannes Gutenberg inventara, a caballo entre Estrasburgo y Maguncia, en Alemania, el aparato de tipos móviles, y casi 100 de la publicación del Misal de Constanza, considerado el primer libro tipográfico del mundo. La historia de los pioneros de la comunicación de masas en Galicia...

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"Una prensa, nueve horquillas con letras, letras de diversos libros, viñetas y puertas de orlas, historias, brigadas de componedores y todo cuanto es necesario para ejecutar el oficio de imprenta". Estos eran los elementos que formaban, en la Galicia de 1548, una imprenta. Hacía aproximanademente 108 años que Johannes Gutenberg inventara, a caballo entre Estrasburgo y Maguncia, en Alemania, el aparato de tipos móviles, y casi 100 de la publicación del Misal de Constanza, considerado el primer libro tipográfico del mundo. La historia de los pioneros de la comunicación de masas en Galicia es objeto del relato de la exposición Da imprenta. Dos impresores e encadernadores. Do libro e da prensa, inaugurada oficialmente el pasado miércoles en Santiago de Compostela pero que todavía no ha abierto sus puertas al público.

'Missale Auriense', de 1494, es la primera muestra de impresión en Galicia
Las empresas familiares no aparecieron hasta el siglo XVII

La muestra, que ocupa una nueva sala fija en el Museo do Pobo Galego, arranca con las primeras huellas del oficio en territorio gallego. Si el impreso más antiguo del que se guarda constancia también está relacionado, al igual que el incunable gutembergiano, con la liturgia católica, el Missale Auriense -datado en Monterrei en 1494 e impreso por Gonzalo Rodríguez de la Pasera y Juan de Porres-, existen pruebas de actividad tipográfica en el propio Monterrei, en Ourense o en Mondoñedo 14 ó 15 años antes.

Los trabajadores que se servían del invento de Gutenberg eran entonces conocidos como "molderos", itinerantes y al servicio de cabildos catedralicios. "Se trataba de una profesión infrecuente y tecnológicamente nueva", asegura uno de los paneles informativos que enmarca la muestra del Museo do Pobo Galego. Aunque la primera imprenta estable data de 1486, en Santiago de Compostela, y localidades como Tui o Lugo funcionaban con contratos puntuales, no fue antes del siglo XVII que se consolidaron las primeras empresas familiares. En la capital gallega, los Fraiz y los Agueyo abrieron establecimientos que sobrevivieron hasta 1831 y 1844, respectivamente. Durante la época que coincide con el auge del Barroco, la temática de los volúmenes impresos en Galicia se diversificó y superó la exclusiva dedicación al catolicismo: Construcción Gramatical, de Manuel Josef de la Riva o Historia universal de las fuentes minerales de España, de Pedro Gómez de Bedoya.

Santiago de Compostela había encabezado la actividad editorial gallega, en parte gracias a que la universidad centralizaba la producción. Ferrol recogería la antorcha a finales del siglo XVIII. En la ciudad ártabra se publicó, en 1804, una de las obras fundamentales de la Galicia moderna, Descripción Económica del Reyno de Galicia, de Lucas Labrada. En aquel país, que llegó a tener 28 fábricas de papel -la primera industrial en Faramello, actual municipio de Rois, en 1710-, la impresión inaugural en gallego no se realizó hasta 1810. En Proezas de Galicia (1810), de Fernández Neira, y A gaita gallega (1835), de Xoán Manuel Pintos, se incluyeron en libro por primera vez textos en lengua vernácula. Cantares gallegos, de Rosalía de Castro, además de piedra de toque del Rexurdimento cultural, fue el primer libro impreso íntegramente en gallego.

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Da imprenta... se completa con una sección dedicada a la prensa en Galicia, con estudio a cargo de los historiadores Justo G. Beramendi y Herminia Pernas. Francisco del Valle-Inclán, tío abuelo del autor de Luces de bohemia, fundó el periodismo gallego en El Catón Compostelano, de 1800, apenas 8 años antes de que, en plena Guerra de Independencia, saliesen a la calle el Diario de La Coruña y el Diario de Santiago.

El gallego también se retrasó en su llegada a la prensa. O Vello do Pico-Sagro fue, en 1860, pionero en no aceptar otro idioma que el gallego, pero O Tío Marcos da Portela resultó la primera experiencia más o menos masiva del periodismo en lengua gallega. Fundado por Valentín Lamas Carvajal en 1876, O Tío Marcos... se distribuía por ferias y mercados y alcanzó una tirada de 4.000 ejemplares. La cronología establecida por Beramendi y Pernas para los periódicos en Galicia llega a la actualidad y termina con esta afirmación: "El número de publicaciones periódicas en esta lengua [el gallego] sigue siendo pequeño en comparación con el castellano".

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