Reportaje:

Una tarde tranquila en el '15'

La lluvia vino a complicar los desplazamientos en la quinta jornada de paro

Desplazarse en autobús ayer por Barcelona representó de nuevo una odisea en la mayoría de las líneas. A la quinta jornada de huelga en dos tandas (la sexta y última será hoy) se sumaba la lluvia, que originó los habituales atascos en las arterias principales de la ciudad.

La línea 15, que une el hospital de Sant Pau con Collblanc por el centro de Barcelona, vivió en cambio ayer por la tarde una situación de casi normalidad que contrastaba con la de otras líneas. Por ejemplo, uno de los autobuses que cubren la línea empezó su recorrido a las cinco de la tarde, justo cuando TMB obligaba a...

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Desplazarse en autobús ayer por Barcelona representó de nuevo una odisea en la mayoría de las líneas. A la quinta jornada de huelga en dos tandas (la sexta y última será hoy) se sumaba la lluvia, que originó los habituales atascos en las arterias principales de la ciudad.

La línea 15, que une el hospital de Sant Pau con Collblanc por el centro de Barcelona, vivió en cambio ayer por la tarde una situación de casi normalidad que contrastaba con la de otras líneas. Por ejemplo, uno de los autobuses que cubren la línea empezó su recorrido a las cinco de la tarde, justo cuando TMB obligaba a cumplir unos servicios mínimos del 50%. La espera en la parada era de un cuarto de hora, un lapso de tiempo que en condiciones normales representa la mitad. "Habitualmente no debo esperarme, llego y ya sale el autobús", aseguraba Judit Deprada.

El recorrido hasta el final de la línea era corto, unos tres cuartos de hora en un viaje con tráfico fluido y pocas aglomeraciones. "En los trayectos que se pueden hacer en metro no hay aglomeraciones", explicaba Roberto, el conductor del autobús. Una viajera, Marta Anglés, confirmaba la opinión: "Sabiendo que hay huelga, me voy directamente al metro, no quiero esperar".

En los trayectos sin alternativa, sin embargo, la situación cambia. "Hay masificación y la gente se queja mucho, por la espera y la incomodidad", aseguraba Roberto. El conductor de autobús, que cumplía ayer su turno en los servicios mínimos, se defendió de las quejas de los usuarios: "La gente debería entender nuestras reivindicaciones. Estamos cansados, nunca conseguimos desconectar del trabajo, y la huelga, pese a las molestias que podamos ocasionar, es la única forma de protestar que tenemos".

"Todo el mundo tiene derecho a hacer huelga, pero los conductores, cuando firman el contrato, ya saben lo que hay", lamentaba Anna Alentorn, pasajera perjudicada por el paro de los autobuses: "Tardo dos horas en hacer un trayecto que antes me llevaba una hora".

Los viajeros de la línea 15 tuvieron suerte en su mayoría. Los servicios mínimos prevén un autobús en ese recorrido cada siete minutos, y los usuarios notan poco el paro, que sí afecta a otros recorridos.

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El autobús 15 siguió su viaje sin más complicaciones que la densidad del tráfico. Los pasajeros no se quejaban, puesto que, al contrario que en otras líneas, no tenían que esperarse largo tiempo en las paradas ni tenían problemas para sentarse en el autobús. Al final del recorrido, el vehículo volvió a quedar vacío. Tras siete minutos parado, Roberto, el conductor, arrancó otra vez para cumplir con los servicios mínimos.

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