Reportaje:La lacra de la violencia de género

Madres muertas, padres repudiados

Algunos asesinos de mujeres conservan la patria potestad de sus hijos

El día de Reyes, Manuel Lucena recibió la llamada de un amigo, policía local en Osuna. Le informó de la muerte de su padre. "Me quedé una mijita pillado, me lo esperaba y no me lo esperaba. Me imaginaba que no aguantaría en la cárcel". Ni Manuel ni ninguno de sus cuatro hermanos acudió al funeral de su padre, que eligió el día de Reyes para ahorcarse con un cinturón en la cárcel de Sevilla.

Tampoco le habían visitado en el hospital, donde permaneció ingresado varios meses recuperándose de las heridas que se infligió a sí mismo con una escopeta de cañones recortados. Manuel no le ...

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El día de Reyes, Manuel Lucena recibió la llamada de un amigo, policía local en Osuna. Le informó de la muerte de su padre. "Me quedé una mijita pillado, me lo esperaba y no me lo esperaba. Me imaginaba que no aguantaría en la cárcel". Ni Manuel ni ninguno de sus cuatro hermanos acudió al funeral de su padre, que eligió el día de Reyes para ahorcarse con un cinturón en la cárcel de Sevilla.

Tampoco le habían visitado en el hospital, donde permaneció ingresado varios meses recuperándose de las heridas que se infligió a sí mismo con una escopeta de cañones recortados. Manuel no le visitó en el hospital ni acudió a su funeral porque, en los últimos meses, sólo pensaba en dañar a su padre.

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"Cuando te dicen los años que le podían salir, se te descompone el cuerpo porque no tendría que salir en vida", dice Manuel, flojito, sin alterarse. Su padre, Francisco Lucena, un albañil de Osuna, aficionado a la caza y al alcohol, maltrató a su esposa, Carmen Serrato, durante décadas. En agosto de 2006, Carmen sacó fuerzas de algún sitio, le plantó y se fue a vivir con su hija Carmen, de 33 años, embarazada de pocos meses, mientras tramitaba la separación. Disponía de una orden de alejamiento que no le alejó de nada. El sábado 26 de agosto, Francisco Lucena irrumpió en la casa y las mató con la escopeta de cañones recortados. Luego se pegó un tiro que le desfiguró parte del rostro. Luego le dieron el alta hospitalaria, luego ingresó en prisión preventiva. Y el día de Reyes se suicidó. "Es un alivio lo que ha pasado con él.. yo me las estaba ingeniando para ver cómo lo podía cazar".

A Manuel no le sorprendió. Cree que él se suicidó, pero que le mató la conciencia. "Conociéndole como lo he conocido, ha sido la conciencia, no ha podido con eso". Compartieron bastantes tajos. De los seis hijos, no fue el que se llevó la peor parte. "Nunca me pegó, tampoco le vi pegarle a mi madre, esperaba que nosotros no estuviéramos, pero luego veía los moratones".

Ya no habrá juicio, pero Manuel se conoce al dedillo las diligencias. "He leído su declaración, me llamó la atención saber que se puso a llorar". "Creo que estaba arrepentido". Lo sintiera o no, a Manuel no le conmovió lo bastante como para visitarle en el hospital o acudir a su funeral. Ni evitó que durante meses le rondara la idea de matarlo.

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El hijo de Susana Vega era demasiado pequeño cuando vio como su padre, Enrique Ramírez Gómez, mataba a su madre con un revólver en el barrio sevillano de Los Pajaritos. Tenía 16 meses. Una vecina lo encontró salpicado de sangre. Durante semanas se comportó como una fierecilla en casa de sus abuelos maternos. Gritaba, pateaba y recurría constantemente a la violencia para expresarse. "Ha cambiado totalmente, ahora pide las cosas por favor", compara Rosa Márquez, su abuela.

Perviven, no obstante, los trastornos del sueño. "Se despierta, no duerme bien, incluso cuando echa la siesta". Rosa Márquez tiene de forma provisional la guarda y custodia de su nieto desde el crimen de su hija. Enrique Ramírez fue condenado por la Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla a 16 años de prisión por asesinato alevoso, 2 años por tenencia ilícita de armas y 30 meses por varios delitos de violencia y maltrato. Pero no ha perdido la patria potestad de su hijo. "No me condenen a no ver a mi hijo, es lo único que tengo, es lo único que me mantiene vivo", rogó al jurado el pasado 28 de junio antes de volver a la prisión de Huelva, donde cumple la condena.

En la sentencia, los jueces rechazaron la "inhabilitación especial" para ejercer la patria potestad porque consideran que el menor no fue "víctima directa" del delito y que ninguna prueba profesional avaló durante el juicio la idoneidad de esta medida. "Si la justicia le ha fallado a mi nieto, yo no lo voy a fallar como abuela". Rosa Márquez no entiende que la patria potestad siga en manos del asesino de su hija. "Ese no vuelve a ver a mi nieto, no lo hace más daño".

En abril, el Juzgado de Primera Instancia número 7 de Sevilla rechazó conceder un régimen de visitas entre el pequeño y sus abuelos paternos. Ahora, Rosa pretende batallar para lograr la tutela definitiva del crío. "Los niños son las verdaderas víctimas. Mi hija tenía 21 años y decisión para entrar y salir. Mi nieto, que estaba sufriendo desde que su madre estaba embarazada, no".

"Es una injusticia que le quiten la vida a la madre y encima no le den al nieto", respalda María Dolores Andrade, hermana de Montserrat, que murió apuñalada por su marido, Rafael Sigüenza, en San José de la Rinconada (Sevilla). Habla por experiencia. Sigüenza, en prisión preventiva en Madrid, perdió la patria potestad de sus dos hijos, de 8 y 4 años, tras el crimen. Ahora viven con su tía.

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