Entrevista:

"Compongo mis canciones mientras siembro yuca o cuido de mis nietos"

Petrona Martínez, la Reina del Bullerengue, no tiene palacio ni corona, pero es heredera de una de las tradiciones más puras del Caribe colombiano. Nacida en San Cayetano, al sur de Bolívar, en 1939, la fama le llegó hace menos de una década: a los 60 años. Tal vez por eso no ha hecho a un lado su esencia campesina, ni cuando se convirtió en la cantante revelación de Colombia en 1999, ni cuando fue nominada a los premios Grammy Latino en la categoría de mejor álbum folclórico, con su trabajo Bonito que canta, en 2003, a sus 64 años. La sabiduría heredada por sus ancestros le ha d...

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Petrona Martínez, la Reina del Bullerengue, no tiene palacio ni corona, pero es heredera de una de las tradiciones más puras del Caribe colombiano. Nacida en San Cayetano, al sur de Bolívar, en 1939, la fama le llegó hace menos de una década: a los 60 años. Tal vez por eso no ha hecho a un lado su esencia campesina, ni cuando se convirtió en la cantante revelación de Colombia en 1999, ni cuando fue nominada a los premios Grammy Latino en la categoría de mejor álbum folclórico, con su trabajo Bonito que canta, en 2003, a sus 64 años. La sabiduría heredada por sus ancestros le ha dado palabras a su voz, formada en fiestas patronales y celebraciones familiares mucho antes de que aprendiera a leer y a escribir. Así nació Petrona Martínez como intérprete y compositora del bullerengue, un canto tradicional de la Costa Atlántica, que tiene sus raíces en los lamentos de fecundidad africanos que llegaron al país con los esclavos. Sin más aspiración que la que ese ritmo perdure en las próximas generaciones, esta mujer, dueña de una sonrisa encantadora, sube a los escenarios con la misma sencillez y tranquilidad como si del patio de su casa se tratara para contarle a su público, a ritmo de tambores africanos y gaitas indígenas, un pedazo de su vida, dura y difícil pero a la vez llena de magia.

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PREGUNTA. Su trayectoria musical comenzó a mediados de la década de los ochenta, pero hasta 2000 no es reconocida internacionalmente. ¿Ha cambiado algo su vida en este tiempo?

RESPUESTA. En lo personal todo continúa igual. Yo sigo componiendo mis canciones en mi casa, mientras siembro yuca, ñame o plátano, le echo el maíz a las gallinas o cuido de mis 34 nietos y 2 bisnietos. Sin embargo, debo decir que no es fácil llevar eso de la fama. Dicen que la fama enferma, pero yo no me he enfermado todavía de eso, porque intento ser la misma Petrona cuando estoy en los escenarios y cuando me bajo de una tarima. El único cambio positivo ha sido darme cuenta de cómo, tanto en Colombia como en el extranjero, son cada vez más las personas, sobre todo jóvenes, que valoran la música que hacemos.

P. Usted es una de las representantes más importantes de la música autóctona, pero desde otros géneros musicales una generación de cantantes ha hecho que Colombia se escuche y baile con otros ritmos. ¿Qué piensa de la música que se hace en este momento en el país?

R. Que es mucha, diversa y buena. Pienso que ellos y nosotros, los cantantes de música tradicional, queremos hacer lo mismo: dar a conocer la música que se hace en nuestro país. Ellos y yo hemos rescatado parte de esa cultura que se estaba perdiendo para entregarla a muchos corazones en el exterior, la de ellos también es igual. Yo lo hago desde las raíces afroamericanas y ellos desde el pop, el rock, el vallenato... Para ellos su música y para mí la mía, pero, eso sí, creo que debemos apoyarnos mutuamente. Me gustan mucho Andrea Echeverri, de Aterciopelados, Carlos Vives y Juanes, han intentado recuperar los sonidos tradicionales del folclore colombiano del Caribe y el interior; incluso, utilizan instrumentos como el acordeón o la gaita indígena. Ya quisiera yo subir a un escenario con ellos.

P. ¿De todos los países que ha visitado con cuál se queda?

R. A mí me ha gustado mucho España, ahí me he sentido como en mi casa. También hemos ido al Reino Unido, Canadá, Brasil, Alemania, Francia, Marruecos y Malasia. Cuando me presento fuera del país lo primero que digo es: "¡Vivan los colombianos!". Siempre me encuentro con compatriotas en todas partes por donde voy. Una vez me envolvieron en una bandera colombiana y no tuve más remedio que bailar con ella. Lo que me hace bajar de una tarima con mucho orgullo es darme cuenta de que a la gente le guste tanto esta música. Que el público baile conmigo, que sus cuerpos expresen el gusto por estos ritmos. Esto es lo que me motiva a seguir adelante.

P. En 2003 estuvo nominada a los Grammy Latinos en la categoría de mejor álbum folclórico. Sin embargo, unos buenos amigos suyos, los Gaiteros de San Jacinto, acaban de hacerse con él. ¿Cómo se siente con ese reconocimiento?

R. No obtuve el premio en ese momento porque era cuando empezaba a ser conocida en Colombia y apenas hacía presentaciones internacionales, y para ir por allá a que el jurado de la Academia lo vea a uno actuar, eso cuesta y no tenía dinero para los pasajes del grupo. No tuve quien me apoyara, no tuve patrocinio y por eso no pude asistir. Sin embargo, celebro que esta vez el premio haya sido para los Gaiteros de San Jacinto, eso me llena de satisfacción. Es un reconocimiento para Colombia y especialmente para la música autóctona de nuestro país, me siento orgullosa. Además, es una forma de incentivar a las nuevas generaciones de cantantes que empiezan a interesarse por la música de nuestras raíces.

P. ¿Que le aconseja, precisamente, a esas generaciones de nuevos músicos?

R. Mi consejo es que la música hay que llevarla con mucha paciencia, no salirse uno de la tradición y tener disciplina ante todo, porque cualquier actividad que uno haga en la vida requiere de disciplina o no vale nada. -

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