ESPAÑA ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO

Reflexiones y propuestas

Francia ha movido su posición en el tablero ambiental. Más allá de la presentación hipermediática realizada por el presidente Sarkozy de los denominados Acuerdos de Grenelle, el mensaje central es que Francia quiere estar en el centro del liderazgo europeo e internacional de la agenda de la sostenibilidad. La sustancia tras la presentación del mandatario francés son los mencionados acuerdos sobre medio ambiente y cambio climático, fruto de cuatro meses de conversaciones y negociaciones entre los sindicatos, asociaciones empresariales, ONG ambientales y el propio Gobierno. Pendientes de comprob...

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Francia ha movido su posición en el tablero ambiental. Más allá de la presentación hipermediática realizada por el presidente Sarkozy de los denominados Acuerdos de Grenelle, el mensaje central es que Francia quiere estar en el centro del liderazgo europeo e internacional de la agenda de la sostenibilidad. La sustancia tras la presentación del mandatario francés son los mencionados acuerdos sobre medio ambiente y cambio climático, fruto de cuatro meses de conversaciones y negociaciones entre los sindicatos, asociaciones empresariales, ONG ambientales y el propio Gobierno. Pendientes de comprobar su incorporación a la normativa, las políticas, planes y programas específicos, los anuncios que llegan del país vecino son de gran calado.

Al finalizar 2006, las emisiones seguían estando un 48% por encima
La política ambiental debe 'subir de nivel' en el Gobierno

En lo que respecto a España, desde la aprobación del acuerdo internacional de Kioto en 1997 la respuesta política ante el problema de la alteración del clima ha sido muy insuficiente. No obstante, en el lado positivo hay que destacar el dinamismo y visión de futuro de importantes empresas del sector energético. Así, al tiempo que es el país industrializado que más se aleja del cumplimiento de los acuerdos sobre emisiones de gases de efecto invernadero, es también un referente internacional en el ámbito de la energía renovable eólica y solar fotovoltaica.

Hasta 2004, los gobiernos del Partido Popular se limitaron a ignorar el tema, lo que puso de manifiesto lo fácil que resulta estampar la firma en un acuerdo formal internacional. En el momento que ese partido abandonó el poder, las emisiones de gases de efecto invernadero de España eran un 47% superiores a las del año de referencia, 1990, cuando el compromiso era y es no sobrepasar el 15% en 2008-2012. A la vista de las declaraciones del líder popular sobre la importancia del cambio climático, hubiese sido una ingenuidad esperar otra cosa.

Desde la llegada del Partido Socialista al gobierno en 2004 se asistió a un cambio de discurso y política. Diversos documentos de estrategia, planificación y normativa han tratado de provocar un punto de inflexión en el nivel de emisiones, si bien con escaso éxito hasta el momento. En 2006, se produjo por primera vez un descenso de las mismas, -5,3%, pero en 2007 se espera un nuevo repunte de las emisiones del 1% respecto a las del año pasado. En consecuencia, al finalizar el presente ejercicio las emisiones estarán previsiblemente un 49% por encima de las del año de referencia.

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La opción del Gobierno articulada en el segundo Plan Nacional de Asignaciones, ha sido situarlas en un +37% en el período de cumplimiento de Kioto, 2008-2012. De esa manera, se espera cumplir con el acuerdo mediante la adquisición de 20 puntos porcentuales acudiendo a los mecanismos de flexibilidad, lo que supondrá un gasto de 3.000-3.500 millones de euros. Los otros dos puntos se conseguirán contabilizando el secuestro de carbono de los sumideros. El reciente Plan de Medidas Urgentes, aprobado en el marco de la Estrategia española de cambio climático y energía limpia, dotado de 2.000 millones, es el principal instrumento al servicio de ese objetivo.

A modo de balance sobre la legislatura en este ámbito, cabría señalar que, a pesar de los esfuerzos desplegados por la ministra de medio ambiente y su equipo y de los mensajes lanzados por el propio presidente Zapatero en los últimos meses, las consideraciones de ahorro, eficiencia energética y cambio climático han estado en el margen del modelo de desarrollo económico que ha prevalecido estos años. La incorporación de referentes internacionales como Nicholas Stern, Joseph Stiglitz, Wangari Muta Maathai y Jeremy Rifkin a la preparación del programa electoral hace pensar que en la próxima legislatura los socialistas quieren, en caso de ganar, situar el tema del cambio climático y de la transición hacia una economía más baja en carbono en un lugar cualitativamente diferente al de la legislatura que está a punto de finalizar.

En ese contexto, quisiera presentar dos sugerencias para el período post-electoral. La primera, que las políticas climáticas y de sostenibilidad ambiental suban de nivel en el organigrama del Gobierno. El actual modelo surgido hace más de una década ha quedado obsoleto ante la envergadura y velocidad de los cambios. No es eficaz para responder al reto de la crisis climática y a la urgencia de reorientar el modelo económico-territorial en una dirección sostenible. Y no lo es porque un ministerio de medio ambiente carece de suficiente poder político para condicionar de manera relevante las decisiones y dinámicas que se adoptan sobre infraestructuras, energía, transporte, territorio, tecnologías e innovación. Y esas decisiones y dinámicas son claves en el impacto climático y ambiental de nuestra economía y sociedad. Una alternativa sería crear, tras las elecciones, una vicepresidencia sobre sostenibilidad y cambio climático, que dirigiese y coordinase de manera integrada y coherente las áreas de energía, transporte, territorio y medio ambiente.

La segunda, aprender de la positiva experiencia del país vecino y poner en marcha un diálogo al más alto nivel entre empresas, sindicatos, ONG ambientales y el propio gobierno, para alcanzar acuerdos sobre el medio ambiente. Esas conversaciones podría conducir a unos Acuerdos de la Moncloa 21 sobre Sostenibilidad Ambiental y Cambio Climático que permitiesen, al igual que lo ha hecho Francia con los Acuerdos de Grenelle, enviar un potente mensaje a la sociedad y a la comunidad internacional de que España quiere estar en el núcleo europeo de quienes, en los próximos años, van a liderar la agenda internacional sobre el cambio climático y el desarrollo sostenible.

Antxon Olabe es economista ambiental y analista de Naider.

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