Los problemas del tráfico

Tren, autobús y aparcamiento solucionarían los atascos

La red de transporte público necesita mejoras para absorber los 500.000 vehículos que sobran en la carretera

Carmen vive en Tres Cantos y trabaja en Madrid. Entra a las nueve. Tiene dos opciones para llegar: enfilar la carretera de Colmenar Viejo y la M-40 o combinar tren y metro. Si coge el coche en un día de suerte, llega en 35 minutos. Pero basta un accidente o un imprevisto para que pase más de una hora al volante. El tren le resulta cómodo, pero la estación está "a unos 20 minutos" de casa. Normalmente, va en coche hasta el aparcamiento disuasorio, donde "no siempre hay sitio", se queja. Los trenes pasan cada 10 minutos. En poco más de media hora, la mujer baja en Nuevos Ministerios y allí coge ...

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Carmen vive en Tres Cantos y trabaja en Madrid. Entra a las nueve. Tiene dos opciones para llegar: enfilar la carretera de Colmenar Viejo y la M-40 o combinar tren y metro. Si coge el coche en un día de suerte, llega en 35 minutos. Pero basta un accidente o un imprevisto para que pase más de una hora al volante. El tren le resulta cómodo, pero la estación está "a unos 20 minutos" de casa. Normalmente, va en coche hasta el aparcamiento disuasorio, donde "no siempre hay sitio", se queja. Los trenes pasan cada 10 minutos. En poco más de media hora, la mujer baja en Nuevos Ministerios y allí coge el metro hasta su trabajo en San Blas. A Carmen, como a la mayoría de los madrileños, le falla en la oferta de transporte público lo que se llama "la última milla", el tramo que separa la casa de la estación más cercana o del trabajo.

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Con 400.000 coches menos el viaje en hora punta sería más ágil. Si la ocupación media por vehículo es de 1,2 personas, haría falta que unos 480.000 usuarios se sumaran al transporte público y olvidaran su propio vehículo. Pero ¿está la red de Madrid preparada para absorber ese público de más? Expertos consultados por este periódico aseguran que harían falta distintas mejoras. Más aparcamientos disuasorios en las entradas de la ciudad, carriles exclusivos para autobuses y lanzaderas para cubrir rápido los tramos cortos -como la distancia de la casa de Carmen a la estación-.

La red de Cercanías de Renfe en Madrid desempeñaría un papel importante en ese hipotético cambio de viajeros. Su director, Lucas Calzado, explica que los trenes absorben el 15% de los desplazamientos diarios en transporte público, un millón de usuarios. "Podríamos asumir lo que nos corresponde con ciertas dificultades a corto plazo". La red ferroviaria tiene tres puntos calientes. La línea C-5 (Móstoles, El Soto, Atocha, Chamartín, Humanes), con 300.000 viajeros diarios, necesitaría un refuerzo. En junio abre el túnel de la risa de Sol y se renueva la conexión del Corredor del Henares con Chamartín, lo que aliviará el servicio al este de la región.

También hay que persuadir al conductor. "El coche debe tener menos espacio en la ciudad, hay que quitarle carriles", añade el profesor titular de Transporte de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Ángel Aparicio, que subraya la importancia de facilitar esa última milla con "lanzaderas o incluso bicicletas". En definitiva, soluciones para que hacer grandes distancias en transporte público "deje de parecernos una aventura".

Centro de pantallas de la Dirección General de Tráfico en Madrid.CLAUDIO ÁLVAREZ
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