Reportaje:La 'revolución azafrán'

El Ejército birmano endurece la represión

La junta militar desoye las peticiones internacionales, asalta los monasterios y mata a nueve civiles

La junta militar de Myanmar (antigua Birmania) desoyó ayer los llamamientos internacionales, incluido el del Gobierno de China, su principal aliado, e intensificó la represión sobre los manifestantes en las calles de Yangon. Cientos de soldados asaltaron en la madrugada del jueves los seis monasterios considerados motores de la revuelta, detuvieron y apalearon a cientos de monjes budistas. El Ejército se desplegó en el centro de la vieja capital y dio dos minutos a los presentes para que se disolvieran bajo la amenaza de abrir fuego contra ellos. Nueve personas resultaron muertas, incluido un ...

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La junta militar de Myanmar (antigua Birmania) desoyó ayer los llamamientos internacionales, incluido el del Gobierno de China, su principal aliado, e intensificó la represión sobre los manifestantes en las calles de Yangon. Cientos de soldados asaltaron en la madrugada del jueves los seis monasterios considerados motores de la revuelta, detuvieron y apalearon a cientos de monjes budistas. El Ejército se desplegó en el centro de la vieja capital y dio dos minutos a los presentes para que se disolvieran bajo la amenaza de abrir fuego contra ellos. Nueve personas resultaron muertas, incluido un fotógrafo japonés que, al parecer, fue rematado cuando se hallaba caído en el suelo. Se trata de la mayor revuelta democrática contra la dictadura desde 1988.

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Las siempre abarrotadas casas de té de Yangon se encontraban ayer vacías. Las calles amanecieron tomadas por miles de uniformados. Algunos estaban parapetados tras barricadas; otros, patrullaban en vehículos artillados. Cuando se topaban con una concentración (están prohibidas las reuniones de más de cinco personas) ordenaban dispersarse "antes de dos minutos"; otros disparaban sin avisar.

Pese al despliegue, miles de manifestantes (la oposición asegura que 70.000) lograron reunirse en el centro de Yangon al grito de "venceremos". Las fuerzas de seguridad les atacaron desde varios frentes con fusiles de asalto y gases lacrimógenos. Cerca de la pagoda de Sule, convertida en el símbolo de la nueva protesta, los antidisturbios cargaron contra miles de personas que se habían incorporado a una sentada en apoyo a unos monjes que cantaban. "Ha habido muchos disparos. No sabemos cuántos han muerto. Es una situación terrible, pero cada vez hay más gente en las protestas", dijo un testigo.

Al menos nueve personas perdieron la vida ayer durante la segunda jornada de represión, según los datos oficiales; otras 11 resultaron heridas de bala. La junta asegura que los manifestantes trataron de desarmar a los policías y habla de 31 agentes heridos.

Entre los civiles fallecidos se encuentra Kenji Nagai, un fotógrafo japonés de 50 años que había entrado en el país con visado de turista. Dos fotos tomadas por un testigo muestran la secuencia de la muerte del periodista. En la primera se le ve caído en el suelo tratando de tomar una instantánea de una carga; en la segunda está inerte tras el paso de un soldado que parece rematarle. El Ejército se presentó ayer en hoteles de Yangon en busca de periodistas extranjeros camuflados como turistas, y canceló todos los visados de entrada. Además, comenzó a incautarse de videocámaras y teléfonos móviles en las calles para bloquear la difusión de imágenes vía Internet.

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Pero el principal objetivo del segundo día de represión fueron los monjes budistas, la vanguardia en los 10 días de manifestaciones pacíficas. De madrugada, protegidos por el toque de queda que rige desde el martes, los soldados allanaron los seis monasterios de Yangon considerados hostiles y detuvieron a cientos de religiosos. Al menos uno de ellos perdió la vida.

Varios testigos lograron difundir la noticia. "Las puertas de los monasterios fueron destrozadas y sus bienes, saqueados. Era como estar en el infierno ver ese ataque contra recintos sagrados", dijo un vecino. Otros explican que los monjes fueron apaleados y que en algunos de los monasterios sólo han quedado los viejos y los enfermos. Por eso, en las protestas de ayer apenas participaron monjes.

"Llamo a todas las naciones que puedan influir para que se nos unan en el apoyo de las aspiraciones del pueblo birmano", dijo ayer el presidente de EE UU, George Bush, quien impuso sanciones económicas contra 14 miembros de la junta. Poco antes, China, aliado de Myanmar, había pedido contención al Gobierno. No es una crítica, pero sí una novedad: es la primera vez que lo hace. Por su parte, la junta militar autorizará al enviado de la ONU, Ibrahim Gambari, a entrar en el país.

Un hombre se encara a los militares birmanos después de que éstos dispararan a los manifestantes ayer en Yangon.REUTERS

OBJETIVO, LOS MONJES

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