Fin de semana

Niños explotados

Son numerosos los fotógrafos comprometidos socialmente. Sus imágenes tratan de poner al descubierto distintos tipo de desigualdades y situaciones humanas degradadas. Generalmente no se prodigan como artistas y se conforman con el termino reportero. Con su cámara al ojo desarrollan un ejercicio intelectual intenso. Tratan de ofrecer información veraz de manera espontánea para conseguir en ocasiones verdaderas obras de arte, dignas herederas de aquellas composiciones pictóricas de Francisco de Goya inspiradas en la vida cotidiana de la España del XIX.

En este grupo de reporteros se encuen...

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Son numerosos los fotógrafos comprometidos socialmente. Sus imágenes tratan de poner al descubierto distintos tipo de desigualdades y situaciones humanas degradadas. Generalmente no se prodigan como artistas y se conforman con el termino reportero. Con su cámara al ojo desarrollan un ejercicio intelectual intenso. Tratan de ofrecer información veraz de manera espontánea para conseguir en ocasiones verdaderas obras de arte, dignas herederas de aquellas composiciones pictóricas de Francisco de Goya inspiradas en la vida cotidiana de la España del XIX.

En este grupo de reporteros se encuentra Fernando Moleres (Orduña, 1963). Como otros muchos vascos -algún día encontraremos una razón serena para comprenderlo-, ha debido establecerse en Barcelona para desarrollar convenientemente su pasión fotográfica. Desde allí se ha convertido en uno de los más reconocidos profesionales en los circuitos internacionales. Su premio Eugene Smith o sus colaboraciones con The Sunday Times Magazine, Stern o La Stampa entre otras revistas de similar prestigio avalan sus aciertos fotográficos.

Desafortunadamente, no se prodiga de forma excesiva por nuestras tierras. Sus exposiciones no resultan tan frecuentes ni variadas como sería deseable. Con todo, estos días lo hace en la Casa de Cultura de Elgoibar. Se trata de Explotación laboral infantil, exposición sobre un tema quizás conocido por numerosos aficionados, pero que no por ello pierde el mínimo interés. Incluso aquellos que deseen hacer una nueva lectura pueden descubrir nuevos detalles en la sensibilidad del compromiso. Observando cada una de sus imágenes encontramos formas que nos acercan a los cánones más clásicos de la composición plástica, pero tras esta primera apreciación encontramos la denuncia y los albores de un drama difícil de imaginar para quienes vivimos en los cómodos espacios de la sociedad de consumo.

En esta medida, e intentando hacer un esfuerzo, el blanco y negro de las imágenes nos traen el contraste de la belleza de los rostros infantiles con lo chocante de las escenas donde están encuadrados.

Así, van desfilando ante nuestros ojos los niños mineros del oro de Bolivia, los picapedreros de Nepal, las pequeñas tejedoras en los talleres de alfombras de la península de Anatolia, los sirgueros de Bangladesh acarreando barcos encallados a los astilleros de desguace y así otras muchas escenas de impacto para la reflexión profunda y sincera. Una exposición para revolver las conciencias e incentivar el tan olvidado concepto de la solidaridad.

Explotación laboral infantil. Fernando Moleres. Casa de Cultura. Herriko Plaza, 1; Elgoibar. Hasta el próximo 8 de septiembre. Horarios: de lunes a sábado, de 19.00 a 21.00; domingos, cerrado.

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