El Eucaliptine vuelve a Oseira en agosto

El nuevo superior moviliza a los 12 monjes para recuperar "el licor de la fórmula secreta"

Las hierbas medicinales no dejaron de medrar entre las lechugas, los tomates y las judías cuando los trapenses de Santa María de Oseira decidieron sacarle alimento a esa huerta en la que cultivaban plantas aromáticas desde el XIX. Fue como si la tierra se resistiese a aceptar que aquellos 12 monjes, que ya no se encontraban con ganas de seguir fabricando nada, tirasen la toalla.

Y así sobrevivieron las raíces, durante los dos años que llevaban los hermanos sin elaborar el Eucaliptine, con la licorería instalada en las caballerizas del XVIII totalmente olvidada. Hasta que llegó de Venta ...

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Las hierbas medicinales no dejaron de medrar entre las lechugas, los tomates y las judías cuando los trapenses de Santa María de Oseira decidieron sacarle alimento a esa huerta en la que cultivaban plantas aromáticas desde el XIX. Fue como si la tierra se resistiese a aceptar que aquellos 12 monjes, que ya no se encontraban con ganas de seguir fabricando nada, tirasen la toalla.

Y así sobrevivieron las raíces, durante los dos años que llevaban los hermanos sin elaborar el Eucaliptine, con la licorería instalada en las caballerizas del XVIII totalmente olvidada. Hasta que llegó de Venta de Baños el padre Juan Javier Martín Fernández, un monje de 38 años, para sustituir, como superior, al viejo abad que optó por el retiro.

"Queremos vivir con menos apreturas y, si da permiso Patrimonio, instalar un ascensor"

Hace un año, Martín se encontró con una comunidad que se había resignado a malvivir de las pensiones de los miembros más viejos. Todavía quedaban existencias de Eucaliptine en el almacén, pero las reservas del producto que hizo famoso al monasterio orensano en toda España desde que se etiquetó la primera botella, en 1968, tenían los días contados.

Hace dos meses, los incondicionales del brebaje medicinal, muchos de ellos, según el superior, "llegados desde Cataluña y Portugal" sólo para comprar Eucaliptine, "se llevaron las últimas botellas".

Los fieles al licor de eucalipto sabían hacía tiempo que "la fórmula secreta" que transmitieron medio siglo atrás los trapenses romanos de Tre Fontane a los orensanos de Oseira estaba en peligro de extinción. Martín cuenta que los visitantes les pedían constantemente que retomasen la producción "porque nada les curaba mejor el resfriado" que esta bebida anticatarral de 30 grados.

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Y poco después de hacerse cargo de aquel "dinosaurio de piedra", el joven superior tomó varias decisiones: instalarían un horno para cocer pastas, promoverían un albergue peregrino y resucitarían la licorería de las cuadras, volviendo a macerar las hojas de ese eucalipto que trajo a Galicia el benedictino Fray Rosendo y que nadie como estos cistercienses supo aprovechar.

Las etiquetas de las dos versiones del licor (oro y ámbar) aún sobraban de los tiempos de gloria y el padre Godofredo, maestro licorero de la abadía, seguía reteniendo "la fórmula secreta" en su memoria. A sus 84 años, el único depositario vivo de la misteriosa receta iniciaría a un monje de menos edad en la ciencia recóndita del Eucaliptine.

En la huerta del cenobio, la peor de las malas hierbas es la hierbabuena. Y ésta, y otras muchas, junto con las que guardan secas en un viejo arcón, y otras que no se dan aquí y tienen que pedir afuera, se maceran ahora en alcohol puro con cáscara de naranja y tres tipos de hoja de eucalipto que los monjes, como un rito, salen a recoger, una vez al año, por los neblinosos bosques de San Cristovo de Cea.

Después de meses de reposo, a la mezcla "se le añaden miel y otras cosas", pero la gran incógnita está, sobre todo, en el excipiente. Estos monjes del Císter no revelan qué líquido utilizan para rebajar la graduación alcohólica en más de 60 grados antes de dar por terminado el proceso.

Todavía les restan por comprar las botellas, porque las dos fábricas que se las suministraban antes ya cerraron hace años. Estos días, los religiosos buscan una empresa "que las ponga a buen precio, aunque no sean tan bonitas como las de antes". Y si no fallan los cálculos del hermano Godofredo, "a finales de agosto", pondrán en funcionamiento la vieja bomba de embotellar y sacarán a la venta el primer lote. Eso sí, el Eucaliptine ya no costará 7 euros. "Aunque no queremos hacer negocio, habrá que replantearse el precio", reconoce el superior. "Queremos vivir con menos apreturas y, si nos da permiso Patrimonio, instalar un ascensor. Porque los hermanos viejos se siguen levantando a las 4, pero subir cargados las escaleras, les cuesta más".

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