Abierta
Me preguntan cuál es la ciudad con la que sueño. La ciudad es el ágora, un espacio de confluencia y de síntesis. Nos habla de los que la habitan, de los que en ella trabajan, de los que la visitan, de los que la gobiernan y planifican su futuro.
También de sus instituciones, sociales, culturales, cívicas, etcétera, y de sus agentes económicos. Es el reflejo del civismo, de los proyectos y de la ambición de todos ellos.
La ciudad con la que sueño debería sentirse joven y tener la visión, la capacidad y la autoestima necesarias para definir aquello que quiere ser ...
Me preguntan cuál es la ciudad con la que sueño. La ciudad es el ágora, un espacio de confluencia y de síntesis. Nos habla de los que la habitan, de los que en ella trabajan, de los que la visitan, de los que la gobiernan y planifican su futuro.
También de sus instituciones, sociales, culturales, cívicas, etcétera, y de sus agentes económicos. Es el reflejo del civismo, de los proyectos y de la ambición de todos ellos.
La ciudad con la que sueño debería sentirse joven y tener la visión, la capacidad y la autoestima necesarias para definir aquello que quiere ser cuando sea mayor.
Para concretar su misión, asumiendo el reto, los riesgos y también los resultados que resulten de su realización. Barcelona, mi ciudad, tuvo en la Exposición Universal o los Juegos Olímpicos, como ejemplos, instrumentos decisivos al servicio de esta visión.
En el mundo global en el que vivimos, hemos de soñar en una ciudad creativa, alegre y educada, capaz de comunicarse y de activar proyectos en red con otras ciudades y territorios de referencia.
Capaz de movilizar y atraer talento, y no menos capaz de proyectar el talento generado hacia el mundo. Una ciudad, resumiendo, heredera de su historia y tradición, pero responsable y protagonista de su futuro.
Salvador Alemany es consejero delegado de Abertis