Cartas al director

La vida de los otros

Gracias al excelente artículo La vida de los otros, de Julio Llamazares, publicado en su periódico el domingo 29 de abril, he comprobado que mi percepción de la realidad no está del todo equivocada. En uno de los fabulosos textos de George Orwell encontré una idea del autor británico que me hizo entender lo que hace a la buena literatura serlo. Cuando nos paseamos por las líneas de una gran obra, dice Orwell, no nos limitamos a entender y a enriquecernos con lo que el autor nos transmite, sino que tenemos la inexplicable sensación de que es el autor el que nos comprende a nosotros.
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Gracias al excelente artículo La vida de los otros, de Julio Llamazares, publicado en su periódico el domingo 29 de abril, he comprobado que mi percepción de la realidad no está del todo equivocada. En uno de los fabulosos textos de George Orwell encontré una idea del autor británico que me hizo entender lo que hace a la buena literatura serlo. Cuando nos paseamos por las líneas de una gran obra, dice Orwell, no nos limitamos a entender y a enriquecernos con lo que el autor nos transmite, sino que tenemos la inexplicable sensación de que es el autor el que nos comprende a nosotros.

Pues bien, señor Llamazares, he de agradecerle el profundo y reconfortante sentimiento de comprensión que experimenté al leer su artículo. Las reflexiones que vinieron a mi mente al finalizar la película de Florian Henckel son idénticas a las que usted explica en su artículo. Deberíamos preguntarnos qué es lo que le ocurre a nuestra sociedad. ¿Cómo es posible que la reflexión sea denostada tan zafiamente? El pensamiento y el diálogo de nuestra sociedad consigo misma deberían ser los pilares sobre los que se sustentase nuestra convivencia; sin embargo, son sustituidos por el culto al dinero fácil y a un interminable entretenimiento superficial.

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