Editorial:

Riesgos financieros

De los informes del Fondo Monetario Internacional (FMI) difundidos en su reunión de primavera se desprende que la economía mundial se mantiene en una senda de crecimiento sólido, aunque algo menos intenso que el registrado en 2006, debido fundamentalmente a la desaceleración de la economía estadounidense. Europa y Japón, además de las locomotoras emergentes de China e India, garantizarán que este año se registre un crecimiento del PIB mundial en torno al 5%. La gran incógnita la constituye la seguridad financiera, pues no hay garantía alguna de que siga acompañando a la buena marcha macroeconó...

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De los informes del Fondo Monetario Internacional (FMI) difundidos en su reunión de primavera se desprende que la economía mundial se mantiene en una senda de crecimiento sólido, aunque algo menos intenso que el registrado en 2006, debido fundamentalmente a la desaceleración de la economía estadounidense. Europa y Japón, además de las locomotoras emergentes de China e India, garantizarán que este año se registre un crecimiento del PIB mundial en torno al 5%. La gran incógnita la constituye la seguridad financiera, pues no hay garantía alguna de que siga acompañando a la buena marcha macroeconómica; y por esa razón, el informe de perspectivas financieras es en esta ocasión tan importante o más que el de expectativas económicas.

Los principales riesgos financieros, sugiere el FMI, proceden de la economía de Estados Unidos, algunos de ellos, como los derivados del mercado hipotecario, ya explícitos en las dificultades de algunas entidades de crédito. El mayor apetito por el riesgo que muestran desde hace años los inversores en todo el mundo puede pasar factura en los próximos meses, a medida que la menor pujanza del crecimiento americano descubra algunas dificultades, como las observadas en algunas sociedades hipotecarias.

Hasta ahora, el deterioro de la calidad crediticia sólo afecta a un segmento limitado de prestatarios estadounidenses, pero lo cierto es que, como señala el Fondo, ello se ha traducido en una ligera elevación de las primas de riesgo a otras operaciones y agentes financieros. Un entorno de bajos tipos de interés y una muy amplia complacencia de los bancos en la selección de los riesgos de crédito ha conducido a niveles elevados de endeudamiento empresarial en varias economías. La reversión, aunque sea parcial, de las condiciones en que se basaron los análisis de viabilidad de esas inversiones, podría encadenar dificultades en algunas entidades bancarias. En un entorno tan altamente integrado como el actual, el contagio de esas dificultades estaría garantizado.

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Que las entidades financieras españolas dispongan hasta ahora de baja morosidad, provisiones elevadas y buenos sistemas de gestión de riesgos, no significa que sean inmunes al contagio de crisis financieras en sistemas de otros países. El Banco de España hace bien en situar la observación de la estabilidad financiera global como prioritario y en erigir su propio informe al respecto en pieza analítica fundamental de los nuevos tiempos.

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