Empresarios españoles se quejan a De la Vega de las trabas a sus negocios en China

La vicepresidenta negocia con las autoridades la eliminación de restricciones a las compañías

El Gobierno se quiere lanzar de lleno al jugoso mercado chino. Las empresas españolas tienen una cuota de mercado del 0,27% en la cuarta potencia mundial, cuando lo normal, por la importancia de España, sería un 1,8%, según cálculos del Gobierno. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, reclamó a China que haga una "discriminación positiva" con las compañías españolas. Los empresarios españoles le explicaron ayer en Pekín sus dificultades en un mercado muy cerrado y controlado por el régimen.

China es un mercado al que España, además, ha llegado muy tarde, cuando su...

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El Gobierno se quiere lanzar de lleno al jugoso mercado chino. Las empresas españolas tienen una cuota de mercado del 0,27% en la cuarta potencia mundial, cuando lo normal, por la importancia de España, sería un 1,8%, según cálculos del Gobierno. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, reclamó a China que haga una "discriminación positiva" con las compañías españolas. Los empresarios españoles le explicaron ayer en Pekín sus dificultades en un mercado muy cerrado y controlado por el régimen.

China es un mercado al que España, además, ha llegado muy tarde, cuando sus competidores alemanes, franceses o ingleses llevaban muchos años. De la Vega, que ayer se vio con su homólogo Tang Jiaxuan y hoy lo hará con el primer ministro, Wen Jiabao, negocia con el régimen chino la entrada de empresas de medio ambiente, o la retirada de restricciones al porcino español precisamente en el año del cerdo en el calendario chino, según explicó.

Todo en China parece estar bajo control. Desde las amables preguntas de los estudiantes en una universidad, hasta un distendido paseo de la comitiva oficial de De la Vega por las calles de Shanghai, donde los policías chinos se empeñan en apartar a empujones a los viandantes, pasando por una reunión teóricamente de negocios en la que el interlocutor le dice que con ella "ha llegado la primavera".

Tan controlado está todo que De la Vega respondió con un lacónico: "Sí hemos tratado el asunto de los derechos humanos en China" a una pregunta sobre este tema, tabú para el régimen de Pekín.

Bajo este férreo pero amable control, los empresarios españoles se ven obligados a asociarse con chinos si quieren entrar en este suculento pastel de 1.300 millones de clientes. Y lo que el Gobierno da y controla, el Gobierno lo puede quitar. Por eso, unos 100 ejecutivos españoles se quejaron ayer en Pekín frente a De la Vega de la escasa seguridad jurídica que tienen, y le pidieron que haga algo para convencer a las autoridades de que luchen contra las copias, una de las especialidades de China.

"La colaboración no está a la altura de dos países que han compartido siglos de historia", admitió la número dos del Gobierno. Con ese mensaje, y la intención de poner todos los medios a su alcance para que España tenga en China la presencia que le corresponde como octava potencia mundial, De la Vega se fue a ver su homólogo Tang, un veterano cuadro del partido con gran ascendiente. Primero tuvieron una larga reunión y luego una cena.

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Desbloqueo del porcino

España quiere impulsar el aumento de la participación de Telefónica y BBVA, dos empresas que han entrado fuerte en este mercado con 420 y 2.000 millones de euros, respectivamente. Además, dijo haber logrado el desbloqueo de las restricciones comerciales a productos importantes para España, como los derivados del cerdo, aprovechando, señaló con ironía, que "es el año del cerdo en el calendario chino".

China, que crece desaforadamente, tiene graves problemas con el medio ambiente y España ofrece empresas líderes en energía eólica, tratamiento de residuos o desaladoras. "El Gobierno chino trabaja para equilibrar el déficit comercial", aseguró De la Vega. España importó en 2006 bienes por valor de 14.300 millones de euros de China y sólo logró exportar por valor de 1.670 millones. Además, España se ofrece como intermediario para Latinoamérica, un enorme mercado que China ansía.

La vicepresidenta ha puesto todo el empeño posible, y no sólo viaja con el secretario de Estado de Exteriores, Bernardino León, y el de Comercio, Pedro Mejía, sino que ha promovido un plan de apoyo financiero para ayudar a las empresas que quieran ir a China con más de 500 millones de euros de presupuesto en tres años.

El reto es grande. Y la imagen de la marca España no es buena. Pocos en China la ven como la potencia que empieza a ser. En círculos diplomáticos se comenta que cuando alguien recuerda que España es la octava potencia del mundo en términos de PIB, los chinos se quedan muy sorprendidos porque ni siquiera imaginaban este dato. La idea de un país lejano y folclórico es aún fuerte en estas tierras, muy aisladas políticamente del mundo por decisión de un régimen que, sin embargo, en el plazo de 20 o 25 años podría controlar un PIB mayor que el de EE UU, según los analistas.

María Teresa Fernández de la Vega, durante su encuentro con empresarios españoles, acompañada por Bernardino León, Pedro Mejía y el embajador Carlos Blasco.EFE

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