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La proximidad de una convocatoria electoral nos lleva a imaginar el país que queremos como proyecto. Los empresarios, conscientes de su posición y sus responsabilidades, han de plantearse estas cuestiones con mayor interés, porque les va en ello su porvenir. La sociedad en que vivimos, tal como la conocemos, existe por encima de nosotros y de nuestros empeños. No la inventó ningún político conocido ni los instigadores de corrientes ideológicas. La Comunitat Valenciana esta ahí y depende de sus dirigentes para emprender su rumbo con acierto y con mayor o menor celeridad. Los partidos políticos,...

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La proximidad de una convocatoria electoral nos lleva a imaginar el país que queremos como proyecto. Los empresarios, conscientes de su posición y sus responsabilidades, han de plantearse estas cuestiones con mayor interés, porque les va en ello su porvenir. La sociedad en que vivimos, tal como la conocemos, existe por encima de nosotros y de nuestros empeños. No la inventó ningún político conocido ni los instigadores de corrientes ideológicas. La Comunitat Valenciana esta ahí y depende de sus dirigentes para emprender su rumbo con acierto y con mayor o menor celeridad. Los partidos políticos, los gobernantes y la Administración constituyen un marco de actuación, al tiempo que conforman la manera de operar durante los cuatros años que siguen a las elecciones. El 27 de mayo los ciudadanos serán llamados a las urnas. Y la grandeza de la democracia consiste en la posibilidad de ejercer presión, en el mejor sentido, mediante la emisión del voto libre y secreto.

Los empresarios, como agentes económicos, tienen derecho a transmitir sus necesidades y pretensiones. La Confederación de Organizaciones Empresariales de la Comunitat Valenciana (Cierval) ha dado a conocer sus prioridades para que tomen nota los políticos, los asociados y buena parte de la sociedad. Autonomías y municipios cubren una buena parte del espacio político que está ligado en mayor medida a los ciudadanos.

El documento de Cierval es extenso y minucioso en reivindicaciones, pero no contempla un proyecto de país que tanto importa a los empresarios, si han de seguir invirtiendo y creando puestos de trabajo y han de hacerlo para que la sociedad funcione.

Enfrente de la propuesta de los empresarios comienzan a difundirse los diferentes programas electorales. Hay notables coincidencias entre el papel de un empresario en su unidad de negocio y el desafío permanente que tiene que superar el político para conseguir el poder. No se puede desfallecer ni bajar la guardia. El gobierno tiene expectante a la oposición y sólo hay un remedio para conseguir el éxito: desbancar a la competencia y ganarle la partida. En este sentido empresas y partidos comparten mecanismos estratégicos y dependen de sus resultados para sobrevivir.

En las elecciones nos vamos a enfrentar a una situación nueva. Será la primera vez que se produce una coalición, previa a los comicios, que reúne a los partidos nacionalistas, de izquierda y a los verdes. Desde hace muchos años Unión Valenciana nunca había sido una opción tan debilitada por las circunstancias y por sus compañeros de viaje de otras épocas. El PP cuenta con sus únicas fuerzas para revalidar la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Valencia y en las Corts Valencianes.

El documento elaborado por Cierval ha tenido la ventaja de adelantarse a otras propuestas, aunque apenas introduce novedades con capacidad de causar impacto de notoria trascendencia. Infraestructuras, planes de competitividad, más oportunidades para todos y esa ilusión utópica de que la Comunitat Valenciana no decaiga en su primacía económica. Pero en una sociedad no todo son índices de crecimiento y de actividad económica. El país se resiente por la carencia de posicionamiento en cuestiones culturales -un teatro de la ópera no soluciona el erial de iniciativas culturales-, la defensa de la lengua valenciana, la literatura autóctona, el fomento de las artes escénicas, la producción editorial, los índices de lectura -en prensa y libros-, la escasez de premios literarios acreditados fuera de los ámbitos domésticos, la definición de la sociedad valenciana como muestra de personalidad propia y contrastada. Estas carencias y la falta de una política creativa para superarlas son cuestiones que deben preocupar y preocupan a los empresarios.

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En las conclusiones del documento que ha difundido Cierval hay una afirmación de inicio que ya vale por todo el resto y es que la confederación manifiesta que apuesta por la Comunitat Valenciana, en cuyo ámbito va a continuar ejerciendo la actividad -pase lo que pase- el 27 de mayo, y que se siente comprometida con su territorio sea cual fuere el signo político de quienes lo gobiernen.

Es decir que los empresarios siguen con sus compromisos y su responsabilidad con un gobierno o con otro. Esa afirmación exige independencia y autonomía, más allá de las presiones que saben ejercer los políticos con ansias de poder. Aunque sea una obviedad, la Comunitat Valenciana únicamente tiene el color político que le marquen las urnas. Es la democracia quien tiene la última palabra.

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