Columna

Universidades: más dinero y más esfuerzo

Ninguna universidad gallega se encuentra en la clasificación mundial elaborada por la Shanghai Jiao Tong University: Top 500 World Universities (http://ed.sjtu.edu.cn/rank/2006/ARWU2006TOP500list.htm), una de los más conocidas y referenciadas. Dentro ya de los diversos rankings españoles, la posición es también discreta.

Estas clasificaciones deben ser tomadas con cierta precaución, porque se basan en metodologías no exentas de problemas y porque agregan titulaciones y facultades: es posible contar con una buena facultad en una universidad mediocre. No obstante y con todos los matices q...

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Ninguna universidad gallega se encuentra en la clasificación mundial elaborada por la Shanghai Jiao Tong University: Top 500 World Universities (http://ed.sjtu.edu.cn/rank/2006/ARWU2006TOP500list.htm), una de los más conocidas y referenciadas. Dentro ya de los diversos rankings españoles, la posición es también discreta.

Estas clasificaciones deben ser tomadas con cierta precaución, porque se basan en metodologías no exentas de problemas y porque agregan titulaciones y facultades: es posible contar con una buena facultad en una universidad mediocre. No obstante y con todos los matices que se quieran introducir, debemos aceptar que el sistema universitario gallego en su conjunto no despunta en calidad y prestigio.

Algunos dirán que lo anterior es lo que cabía esperar. Porque no debería aguardarse mucho más de una de las regiones menos desarrolladas de España y de la Europac comunitaria anterior a las recientes ampliaciones, la que se conocía como la UE-15. Una economía con jugadores de primera división, como Inditex, Fadesa, las dos cajas, el Banco Pastor, Pescanova o Coren, entre otros; pero con muchas carencias y debilidades. Una sociedad con una rica tradición cultural, pero deficitaria de capital social, confianza y cooperación; donde la meritocracia y la excelencia como criterios de selección pugnan y habitualmente pierden frente a pautas clientelares firmemente arraigadas.

Mi posición es más optimista y construye un escenario más alentador. Primero, es fundamental dedicar más recursos a la formación superior en Galicia. Fundamentalmente, necesitamos más investigadores y profesores. Y necesitamos más personal de apoyo para desarrollar esas tareas docentes e investigadores. Es un falso mito que la reducción en el número de alumnos haya generado exceso de plantillas. Basta comparar el tamaño medio de los grupos de alumnos en la universidad con los que existen en primaria o secundaria. O computar el número de investigadores por cada mil habitantes en Galicia y en el resto de España y Europa.

Segundo, Galicia cuenta ya con buena parte de esos recursos financieros. Lo que ocurre es que la comunidad gallega dedica a su sistema universitario una fracción de su presupuesto significativamente inferior a la mayoría de las comunidades autónomas. Es verdad que la situación mejoró algo desde que se firmó el acuerdo de financiación universitaria 2005-2010, y que la actual conselleira de Educación ha intervenido en la dirección correcta en materia retributiva. Pero no es suficiente. No es posible generar resultados de calidad sin recursos.

Tercero, y fundamental, hay que fijarse en las experiencias exitosas, públicas y privadas. En las empresas y grupos de investigación que generan valor y patentes, que compiten internacionalmente y son reconocidos. Lo que existe en común en todas ellas es el esfuerzo, la excelencia, y la ambición. Debemos incentivar esos valores en el sistema universitario gallego. El instrumento es el contrato-programa y la financiación por objetivos. Recursos sí, pero a quien se esfuerza y da la talla. Seguramente eso implique, a corto plazo, hacer algunas apuestas selectivas y favorecer más a quien hoy ya lo está haciendo mejor. Pero, atendiendo a la condición humana, podemos predecir que, a medio y largo plazo, los incentivos van a funcionar, y la calidad y los resultados positivos tenderán a generalizarse.

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Cuarto, la actividad universitaria debe redundar en beneficio de la sociedad gallega, que es quien la financia mayoritariamente y la apoya. Eso quiere decir que es preciso condicionar los incrementos de recursos no sólo a la calidad y cantidad de las publicaciones académicas, sino también a las patentes logradas y a la transferencia de tecnología hacia las empresas; a la respuesta acertada a las necesidades de todo tipo que conlleva el diseño de unas políticas autonómicas de complejidad creciente; o a la formación de personas con capacidades para la resolución de problemas en los distintos ámbitos, y con una buena capacidad de transmisión y recepción de información no sólo en gallego y castellano, también en inglés.

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