Los sondeos del referéndum del aborto en Portugal pronostican una victoria del 'sí'
Sólo si gana el sí acabará el atraso y la humillación, dicen los partidarios de despenalizar. Los favorables al no apelan al derecho del nasciturus a la vida y plantean la cuadratura del círculo: seguir con la actual ley y suspender las penas y los juicios. 8,5 millones de portugueses están llamados a votar mañana en el referéndum para despenalizar el aborto en las diez primeras semanas de embarazo. Ayer acabó la campaña y todos los sondeos avanzan la victoria del sí, aunque el no sigue ganando terreno.
En 1998, con unos sondeos similares, el no...
Sólo si gana el sí acabará el atraso y la humillación, dicen los partidarios de despenalizar. Los favorables al no apelan al derecho del nasciturus a la vida y plantean la cuadratura del círculo: seguir con la actual ley y suspender las penas y los juicios. 8,5 millones de portugueses están llamados a votar mañana en el referéndum para despenalizar el aborto en las diez primeras semanas de embarazo. Ayer acabó la campaña y todos los sondeos avanzan la victoria del sí, aunque el no sigue ganando terreno.
En 1998, con unos sondeos similares, el no acabó imponiéndose con una participación del 31%, lo que perpetuó el aborto clandestino y casero, los juicios a mujeres y profesionales y el turismo abortivo a Badajoz.
El secretario general del Partido Socialista y primer ministro, José Sócrates, acompañado por ocho ministros, cerró el jueves por la noche su participación en la campaña con el mismo discurso pragmático y moderado con que la inició. "La elección es entre cambio y modernidad o conservadurismo", dijo Sócrates.
Sócrates quiso desactivar con ironía las últimas propuestas salomónicas de los defensores del no, favorables a la suspensión de los juicios a las mujeres que practican abortos y de mantener a la vez el acto como un delito. "Han aparecido en los últimos días soluciones creativas, pero son medias tintas: la única manera de cambiar las cosas es votar sí".
Según los defensores del no, la reforma es en realidad una "liberalización salvaje y completa".
El gran temor de los partidarios del sí es que la abstención y el poder movilizador de la Iglesia católica acaben pulverizando las previsiones favorables de los sondeos, como ya pasó en 1998.