Reportaje:

El 'halcón' pierde las garras

La masificación de las cárceles y la liberación de un pederasta arruinan el futuro político del ministro del Interior británico

El incombustible John Reid está empezando a dejar de serlo. El halcón que parecía capaz de retar a Gordon Brown en la carrera por suceder a Tony Blair ha perdido esta semana las pocas posibilidades que tenía de ganarla. Debilitado por la polémica creada tras la suspensión de una sentencia de seis meses de prisión dictada contra un pederasta, Reid lucha hoy por su supervivencia al frente del Ministerio del Interior británico, que ha visto caer en los últimos años a otros pesos pesados del laborismo, como David Blunkett y Charles Clarke.

La tormenta que azota esta vez al Ministerio...

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El incombustible John Reid está empezando a dejar de serlo. El halcón que parecía capaz de retar a Gordon Brown en la carrera por suceder a Tony Blair ha perdido esta semana las pocas posibilidades que tenía de ganarla. Debilitado por la polémica creada tras la suspensión de una sentencia de seis meses de prisión dictada contra un pederasta, Reid lucha hoy por su supervivencia al frente del Ministerio del Interior británico, que ha visto caer en los últimos años a otros pesos pesados del laborismo, como David Blunkett y Charles Clarke.

La tormenta que azota esta vez al Ministerio del Interior, la enésima que se produce en los últimos años, tiene su origen en el problema de que las cárceles del Reino Unido están superpobladas. Casi 80.000 reos, un 25% más que cuando los laboristas llegaron al poder en 1997, se hacinan en un sistema de prisiones incapaz de absorber la política de mano dura con la que el Nuevo Laborismo intenta contentar a los poderosos tabloides.

John Reid ha perdido esta semana las pocas posibilidades que tenía de suceder a Tony Blair

La crisis se desató el jueves, cuando un juez del norte de Gales dejó en suspenso una sentencia de seis meses de cárcel contra un hombre declarado culpable de descargar pornografía infantil de Internet. El juez argumentó que le gustaría haber impuesto "una sentencia ejemplar", pero que no tenía más remedio que acatar una reciente circular ministerial pidiendo a los jueces que enviaran a la cárcel sólo a los delincuentes más peligrosos debido a la saturación de las prisiones.

La reacción de los tabloides contra Reid ha sido furibunda. Especialmente cruel y significativa ha sido la posición del influyente The Sun, que tituló "Descerebrado Reid" a toda página y se mofó de él en varias crónicas. Aunque John Reid no tenía prácticamente ninguna posibilidad de derrotar a Gordon Brown en un hipotético duelo por suceder a Tony Blair como primer ministro británico en los próximos meses, las críticas del Sun le dejan ya sin ninguna opción siquiera a intentar retar al responsable del Tesoro.

A Reid no sólo le vienen críticas desde la derecha. Ayer renunció el responsable del Consejo de Justicia Juvenil, el profesor Rod Morgan, que atribuye parte del problema de la superpoblación de las cárceles al hecho de que cada vez hay más delincuentes juveniles que acaban en prisión en lugar de ser sometidos a programas de rehabilitación e integración.

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Morgan denunció que el número de jóvenes en el sistema penitenciario ha aumentado en un 26% en los últimos tres años. El problema no es tanto que los jueces apliquen penas de cárcel sino que ahora, cuando un joven incumple una llamada "orden de comportamiento antisocial", que tiene carácter administrativo y no penal, la consecuencia es que el incumplidor entra en el sistema penitenciario.

A su juicio, eso es lo peor que se puede hacer porque el joven, en lugar de rehabilitarse, acaba cometiendo nuevos crímenes porque en la cárcel aprende nuevas formas de delinquir.

Tony Blair salió ayer en defensa de su ministro del Interior, del que dijo que sigue teniendo su confianza, y de la política del Gobierno. El primer ministro aseguró que se han ampliado en 20.000 las plazas carcelarias y que el problema es que las sentencias son ahora más largas que antes. Y aseguró que las directrices del Gobierno sobre las penas de cárcel dejan claro que han de ir a prisión todos los delincuentes considerados peligrosos, y que ésa es una decisión que corresponde a los jueces y no al Gobierno.

Reid, por su parte, aseguró que las recientes directrices no hacen más que confirmar una política establecida desde hace cinco años.

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