El Gobierno encarga a Repsol que baje al 'Prestige' para inspeccionar las fugas

De la Vega quiere asegurarse "al 150%" de que los vertidos no causarán otra catástrofe

Técnicos de Repsol volverán a bajar el año que viene a las profundidades del Atlántico donde se encuentra el pecio del Prestige, tal y como hicieron en 2004 cuando extrajeron miles de toneladas del fuel con las que se hundió el buque. El Gobierno le ha encargado a la compañía que inspeccione los restos del barco, situados a 250 kilómetros de la costa gallega, después de que se haya descubierto que sus tanques han empezado a soltar la carga que no fue retirada. Pese a la decisión de realizar la costosa operación, la vicepresidencia se muestra convencida de que no hay riesgo de una nueva ...

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Técnicos de Repsol volverán a bajar el año que viene a las profundidades del Atlántico donde se encuentra el pecio del Prestige, tal y como hicieron en 2004 cuando extrajeron miles de toneladas del fuel con las que se hundió el buque. El Gobierno le ha encargado a la compañía que inspeccione los restos del barco, situados a 250 kilómetros de la costa gallega, después de que se haya descubierto que sus tanques han empezado a soltar la carga que no fue retirada. Pese a la decisión de realizar la costosa operación, la vicepresidencia se muestra convencida de que no hay riesgo de una nueva catástrofe.

El Gobierno central anunció en un principio que tras el hallazgo de los vertidos procedentes del pecio en la zona del hundimiento se realizarían sólo tareas de vigilancia de las manchas. La vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, que ayer inició una visita de tres días a Galicia, sostiene que la decisión de financiar la operación para inspeccionar el buque no se produce por el temor a un derrame abundante de fuel. Considera "remota" esta posibilidad e insiste en que las fugas "no van a incidir en el ecosistema marino ni costero".

Lo que busca el Gobierno con el encargo a Repsol, señala Fernández de la Vega, son "garantías al 150%" de que las filtraciones que se están produciendo en el Prestige hundido no serán importantes. "Vamos a poner prevención más allá de lo recomendado por los propios científicos", afirmó la vicepresidenta, en referencia al informe redactado por el Instituto Español de Oceanografía (IEO), que descubrió los vertidos del petrolero.

El IEO, dependiente del Ministerio de Educación y Ciencia, organizó entre el 29 de octubre y el 2 de noviembre pasados una campaña especial en la remota zona del hundimiento, en la que participó personal de la Universidad de A Coruña, del Centro de Investigación y Desarrollo del CSIC en Barcelona y del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona. Los científicos se trasladaron a esta área en el buque oceanográfico Cornide de Saavedra, después de ser alertados meses antes por otros investigadores de que había manchas e irisaciones en el lugar donde el Prestige se fue a pique en 2002.

Tras analizar las 150 muestras recogidas en aquel viaje, los investigadores concluyeron que el pecio suelta fuel. Los responsables de la expedición redactaron un informe en el que, teniendo en cuenta que el Gobierno y Repsol cifran en sólo 700 toneladas la cantidad de hidrocarburo que permanece en los tanques del buque, recomendaron que se realizasen únicamente labores de control de las manchas.

Lo que queda en los tanques

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"Los datos que tenemos son los que nos han dado los científicos", afirmó ayer Fernández de la Vega, quien calificó de "tranquilizadores" los informes técnicos sobre las fugas y de "estricto y riguroso" el control sobre el Prestige. La vicepresidenta niega que el Gobierno haya decidido bajar al pecio porque esté preocupado. "No creemos que haya variaciones [en la situación], sólo añadimos garantías", explicó. "Actuamos como una Administración responsable".

El Prestige se hundió el 19 de noviembre de 2002 con 37.500 toneladas de fuel en su interior. El Gobierno central pagó a Repsol más de 100 millones de euros para extraer el hidrocarburo de los tanques y sellar las fisuras. Según los datos oficiales, en el pecio sólo quedaron 700 toneladas de fuel que serían eliminadas con un tratamiento con bacterias.

No todos los investigadores que han estudiado la situación del pecio coinciden con Repsol en que allí sólo quedan 700 toneladas. Un estudio, publicado por científicos del CSIC, del Centro de Investigaciones Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) y de la Universidad de Pensilvania en la revista Scientia Marina, asegura que en los restos del barco permanecen entre 16.000 y 23.000 toneladas de fuel, una cifra que multiplica por 30 la cantidad estimada por el Gobierno.

Los cálculos y experimentos realizados por estos científicos vaticinaron que las primeras fugas en el petrolero hundido se producirían cuatro años después del naufragio, un plazo que se cumple justo este año. Los investigadores concluyen además que es "imposible" que Repsol extrajera del buque el 95% del fuel y se remiten a los datos de otros hundimientos para afirmar que "un 30% siempre permanecerá allí [en el Prestige ]". En su opinión, al aumentar la corrosión en los tanques existe un riesgo de que se desencadene un "vertido brusco" que provoque otra catástrofe medioambiental.

La inspección del pecio que despejará las dudas sobre el estado de las fisuras que selló Repsol y el fuel que queda se producirá en 2007, aunque Vicepresidencia desconoce la fecha concreta. Los plazos dependerán, según Repsol, de las condiciones climatológicas y del tiempo que precisen para preparar los medios necesarios para la operación.

Sangre de pioneras

Hasta principios del siglo XX la ley prohibía que las mujeres fueran a la universidad. Después de que en 1914 un real decreto levantase el veto de estudiar a más de la mitad de la población española, dos gemelas apellidadas Fernández de la Vega se matricularon en la Facultad de Medicina de Santiago.

Elisa y Jimena, tías de la primera vicepresidenta del Gobierno en la historia de España, fueron las primeras licenciadas en las aulas compostelanas y lo hicieron, pese a la hostilidad que sufrieron por parte de sus profesores y compañeros, con los mejores expedientes de su promoción. Ayer su sobrina inauguró un edificio universitario con su nombre en Casas Reais. "Les perdonaban la vida cuando se las encontraban en los pasillos", recordó ayer María Teresa Fernández de la Vega.

Las hermanas Fernández de la Vega cursaron Medicina entre 1914 y 1919, pero tuvieron que acudir a clase escoltadas. Un día, un profesor de Anatomía realizó un comentario ofensivo contra ellas que el resto de estudiantes acompañó de sonoras carcajadas. Ante este panorama, las dos pioneras se levantaron del aula y se negaron a volver. Eso sí, no abandonaron los estudios y siguieron preparando las materias por libre.

Elisa se especializó en neumología, pero murió a los 38 años a causa de una neumonía que ella misma se diagnosticó. Jimena se convertió en una eminencia en genética y fue la primera científica en España que aplicó esta disciplina a la medicina. "Ellas han sido un ejemplo constante y sus vidas, un espejo ante el que he ido conformando mi vida propia", confesó su sobrina en la inauguración de la Casa Jimena y Elisa Fernández de la Vega.

Según la vicepresidenta del Gobierno, Elisa y Jimena consiguieron abrir un agujero en el "techo de cristal" que la sociedad machista ha construido sobre las mujeres. Casi un siglo después de que las gemelas Fernández de la Vega sufrieran mofas y ofensas por estudiar una carrera, dos de cada tres universitarios en Santiago son chicas.

El "techo de cristal", aunque con huecos, sigue ahí. Sólo el 34% de los profesores titulares de la Universidad y el 13% de los catedráticos son mujeres. "Mis tías nos abrieron un camino a las que hoy estamos aquí", subrayó la primera mujer que accede en España a la Vicepresidencia del Gobierno.

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