Editorial:

Viraje más a la derecha

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, está de viaje a la derecha más extrema. Confrontado por el Partido Laborista -parte de su coalición de 67 escaños en un Parlamento de 120- ante la aprobación del Presupuesto, acoge en el Gabinete a Avigdor Lieberman, jefe de Nuestra Casa es Israel, con 11 parlamentarios, y partidario de la anexión de la mayor parte de Cisjordania y de la deportación, que llama transferencia, de los palestinos israelíes -más de un millón en una población de seis millones- a cualquier entidad política extramuros de Israel. Y, aún peor, si lo aprueba la Cámara será ...

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El primer ministro israelí, Ehud Olmert, está de viaje a la derecha más extrema. Confrontado por el Partido Laborista -parte de su coalición de 67 escaños en un Parlamento de 120- ante la aprobación del Presupuesto, acoge en el Gabinete a Avigdor Lieberman, jefe de Nuestra Casa es Israel, con 11 parlamentarios, y partidario de la anexión de la mayor parte de Cisjordania y de la deportación, que llama transferencia, de los palestinos israelíes -más de un millón en una población de seis millones- a cualquier entidad política extramuros de Israel. Y, aún peor, si lo aprueba la Cámara será ministro de Asuntos Estratégicos, encargado del dossier iraní, lo que para muchos significa la posibilidad de que Israel actúe militarmente contra Teherán.

El presidente Moshe Katsav está al borde de la dimisión, acusado de violación; Olmert puede verse envuelto en un turbio asunto de operaciones con bienes raíces; y ese abrazo al extremismo es síntoma de una rendición a la línea ultra de colonos-ocupantes. El diario liberal Haaretz publicaba ayer un informe oficial sobre la proliferación de colonias en Cisjordania -más de un centenar en los últimos dos años- que son ilegales incluso para la legislación israelí. Pese a que Olmert ha prometido mil veces a Washington que desmantelaría esa ocupación pirata, los palestinos ven cómo se achica a diario el paisaje con la incesante afluencia de ocupantes. Y cómo prosiguen las sangrientas operaciones israelíes en Gaza. En ese clima de descontrol de la franja, casi de guerra civil entre Fatah y Hamás, se produjo ayer el secuestro del fotógrafo español Emilio Morenatti, un veterano de la zona. Palestina no es Irak, y otros casos se han resuelto con la pronta liberación de los secuestrados.

Todo ello equivale a la liquidación de las proclamadas intenciones de Olmert -y de su antecesor, el moribundo Ariel Sharon- de establecer una desconexión entre los dos pueblos, mediante la evacuación de parte de Cisjordania, aunque la menos poblada de colonos. En esas circunstancias, el ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, declaraba muerta la hoja de ruta y proponía acertadamente ayer en el Congreso la convocatoria de una conferencia, como la de Madrid que en 1991 lanzó el difunto proceso de paz. El estado de la región prueba que toda situación desesperada es siempre susceptible de empeorar.

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