Universidades inglesas imponen a los estudiantes contratos disciplinarios

Varias universidades inglesas han introducido contratos legales de buen comportamiento que el alumnado debe firmar al matricularse. Los contratos estipulan una larga lista de obligaciones que contrae cada estudiante pero son muy opacos a la hora de fijar los compromisos de las respectivas instituciones. El sindicato de estudiantes, National Union of Students (NUS), que se opone a la iniciativa, ha abierto un debate público a través de la prensa y de su sitio de Internet.

Las universidades de Oxford y Chester son los últimos centros en exigir un acuerdo legal a los nuevos matriculados. E...

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Varias universidades inglesas han introducido contratos legales de buen comportamiento que el alumnado debe firmar al matricularse. Los contratos estipulan una larga lista de obligaciones que contrae cada estudiante pero son muy opacos a la hora de fijar los compromisos de las respectivas instituciones. El sindicato de estudiantes, National Union of Students (NUS), que se opone a la iniciativa, ha abierto un debate público a través de la prensa y de su sitio de Internet.

Las universidades de Oxford y Chester son los últimos centros en exigir un acuerdo legal a los nuevos matriculados. El contrato enumera hasta 14 cláusulas que comprometen al universitario a estudiar diligentemente, atender y participar en conferencias, clases y sesiones tutoriales, y mantener un comportamiento adecuado dentro o fuera del campus. Además, el estudiante debe cooperar con profesores y respetar a sus compañeros.

Las obligaciones de las universidades son, en cambio, vagas. En Chester, el contrato compromete a la universidad a cumplir con su programa académico, pero incluye una serie de excepciones, como que la universidad podrá alterar los servicios y facilidades anunciadas en sus cursos por "restricciones presupuestarias u otras razones". Advierte además de que el contenido de sus programas es tan variado que no fijará el número de clases o actividades docentes que recibirá el firmante del contrato. La universidad se otorga el derecho a "alterar" calendario y método académicos, a variar el contenido y plan de estudios e, incluso, a suspender un programa.

Sin firmar el contrato, la matrícula queda nula. Y las infracciones pueden desencadenar la apertura de un proceso disciplinario e incluso la expulsión del estudiante. Oxford y Chester adoptan esta táctica de compromisos legales después de que el curso anterior la introdujeran las Universidades de Bristol y Nottingham Trent. "Es una estrategia para evitar quejas formales sobre la cualidad de los cursos. Intentan amortiguar los pleitos ahora que se han liberalizado las tasas académicas", señaló ayer una portavoz del NUS.

Nuevo sistema financiero

Este otoño se estrena un nuevo sistema financiero en las universidades inglesas. Se ha abolido la tasa uniforme nacional -en torno a los 1.600 euros en el curso pasado- y se ha introducido un margen de libertad para fijar el precio de las matrículas hasta un máximo de 4.350 euros por año universitario. El alumno puede solicitar créditos bancarios a bajo interés y posponer años su reembolso.

Las universidades, que en los primeros años del nuevo sistema estarán financiadas por el Gobierno, quieren protegerse de posibles demandas. Existen precedentes. Un estudiante de derecho recurrió hace tres años a la justicia defraudado por el nivel del curso académico en la Universidad de Wolverhapton, al norte de Inglaterra. La institución prefirió no comparecer ante el juez y ofreció una indemnización de 44.000 euros.

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