Falcones y Jaio destacan el papel del librero al recibir el Euskadi de Plata
Ildelfonso Falcones de Sierra y Karmele Jaio recibieron ayer en San Sebastián los premios Euskadi de Plata por La catedral del mar (Grijalbo) y Amaren Eskuak (Elkar), en un acto en el que no se limitaron a agradecer este reconocimiento que otorga el Gremio de Libreros de Guipúzcoa a los volúmenes más vendidos en castellano y euskera el Día del Libro. Ambos reivindicaron el papel de los libreros en la literatura. "Es un estamento al que no se le da toda la importancia que tiene", resumió Falcones de Sierra. Este escritor, abogado de profesión, ha vendido unos 500.000 ejemplares de...
Ildelfonso Falcones de Sierra y Karmele Jaio recibieron ayer en San Sebastián los premios Euskadi de Plata por La catedral del mar (Grijalbo) y Amaren Eskuak (Elkar), en un acto en el que no se limitaron a agradecer este reconocimiento que otorga el Gremio de Libreros de Guipúzcoa a los volúmenes más vendidos en castellano y euskera el Día del Libro. Ambos reivindicaron el papel de los libreros en la literatura. "Es un estamento al que no se le da toda la importancia que tiene", resumió Falcones de Sierra. Este escritor, abogado de profesión, ha vendido unos 500.000 ejemplares de su primera novela histórica, una narración de intriga, violencia y pasión, ambientada en tiempos de la construcción del templo de Santa María del Mar, en la Barcelona medieval.
El acto, celebrado en la cripta de la Biblioteca central, se convirtió en una loa pública de las dos obras premiadas. Amaren eskuak, que narra las relaciones entre una madre y su hija, "es una novela de prosa sencilla pero profunda de amor, soledad y sentimientos encontrados", dijo Andoni Arantzegi, presidente del Gremio de Libreros. "Para quienes trabajamos en el mundo del libro es esperanzador que haya un relevo asegurado con escritores como Karmele Jaio".
La joven, que dedicó su obra a "todo el ciclo" del libro, desde el editor, al librero o el lector, vendió 51 volúmenes de su novela el pasado 21 de abril -se adelantó dos días al Día del Libro-, una jornada "negativa y preocupante", según aseguró entonces el gremio. La veintena de librerías, editoriales y distribuidoras que instalaron sus puestos en la plaza de Guipúzcoa, facturaron 35.000 euros, un 55% menos que en la edición anterior.