CÁMARA OCULTA

Corto me lo fiáis

Este Madrid de disparatadas obras faraónicas se ha puesto de corto para el cine. Se está celebrando el 15º festival de cortometrajes, inaugurado el pasado lunes por la actriz alemana Hanna Schygulla, y cuyos premios, el más cuantioso de 3.000 euros, se entregarán pasado mañana. Casi al mismo tiempo, Versión española, ese buen programa de TVE que cada vez se parece más a un permanente festival de cine, ha hecho entrega de sus trofeos para cortometrajes: 20.000 euros para el ganador. A la vez, ha aparecido en el mercado Cortocircuito, un librito de Antonio Sempere sobre la producci...

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Este Madrid de disparatadas obras faraónicas se ha puesto de corto para el cine. Se está celebrando el 15º festival de cortometrajes, inaugurado el pasado lunes por la actriz alemana Hanna Schygulla, y cuyos premios, el más cuantioso de 3.000 euros, se entregarán pasado mañana. Casi al mismo tiempo, Versión española, ese buen programa de TVE que cada vez se parece más a un permanente festival de cine, ha hecho entrega de sus trofeos para cortometrajes: 20.000 euros para el ganador. A la vez, ha aparecido en el mercado Cortocircuito, un librito de Antonio Sempere sobre la producción de cortos españoles durante 2006, que el autor califica ya de excepcional. Dicen los datos oficiales del Ministerio de Cultura que en lo que va de año se han filmado 81 cortometrajes, y que el año pasado se rodaron nada menos que 165. Pero el ministerio no contabiliza los cortos que se filman por procedimientos heterodoxos, Internet por ejemplo, en cuya red se cuelgan cada año algunos miles.

¿Se ven estas películas fuera de la tele o del ordenador? Hace años que desapareció la costumbre de exhibirlas en cines, y los festivales no especializados suelen aparcarlas en sesiones a las que sólo asisten los autores y amigos. Como contrapartida, hay programas de televisión que prestan sana atención al corto, revistas de cine que lanzan selectos dvds con lo mejor del año, y festivales que los premian y hasta los producen: entre todos han creado una red de distribución que da sopas con onda al sistema tradicional, o lo que es lo mismo, los cortos tienen un público paralelo y enorme que no figura en las estadísticas oficiales. Pero quien no esté al loro, se los pierde.

Alguna vez surgen excepciones. Hoy mismo se repone en salas un filme de 40 minutos, Una partida de campo, que Jean Renoir dejó inacabado en 1936. Ninguna película de esa duración, aunque se tratara de una delicia cinematográfica de ese mismo calibre, tendría cabida en los cines españoles, donde la duración de la película importa más que su continente o que su contenido. Sin embargo, el mercado del cine español está cambiando a marchas forzadas. Esta semana se han dictaminado en el Ministerio de Cultura los proyectos cinematográficos candidatos a recibir ayuda económicas. Frente a 74 largometrajes de ficción, se han presentado 100 proyectos para documentales largos... y 180 cortometrajes. ¿Dónde se van a ver tantos productos atípicos? ¿No obliga el ministerio a que se estrenen en las salas cinematográficas? ¿Cuántos permanecerán inéditos en los anaqueles de las productoras o sólo podrán verse en la tele y en las pantallas de PC? Los del cine sabrán por qué lo hacen. Doctores tienen.

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