Ibarretxe salva su primer año gracias al PSE

El Gobierno vasco despide su primer ejercicio con sólo dos leyes aprobadas y síntomas de división en el tripartito

El primer año del tercer mandato del lehendakari, Juan José Ibarretxe, se cumplió el jueves pasado, un día antes de que la Cámara diera luz verde a la segunda ley aprobada en todo el año transcurrido desde su investidura, el 22 de junio de 2005, de nuevo gracias a los votos de la izquierda abertzale, ahora EHAK.

El empeoramiento de la situación minoritaria del Gobierno -Ibarretxe no ha tenido nunca mayoría suficiente desde que es lehendakari- , tras perder los nacionalistas 150.000 votos y cuatro escaños en abril de 2005, ha hecho de este primer año un período pobre...

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El primer año del tercer mandato del lehendakari, Juan José Ibarretxe, se cumplió el jueves pasado, un día antes de que la Cámara diera luz verde a la segunda ley aprobada en todo el año transcurrido desde su investidura, el 22 de junio de 2005, de nuevo gracias a los votos de la izquierda abertzale, ahora EHAK.

El empeoramiento de la situación minoritaria del Gobierno -Ibarretxe no ha tenido nunca mayoría suficiente desde que es lehendakari- , tras perder los nacionalistas 150.000 votos y cuatro escaños en abril de 2005, ha hecho de este primer año un período pobre, que sólo ha salvado mínimamente gracias al apoyo del PSE-EE, una vez reconducidas en Madrid las relaciones por las cúpulas del PSOE y del PNV.

El Ejecutivo ha eludido en este mandato hacer público un calendario legislativo como tenía por costumbre

El ejecutivo tiene lo más importante, los presupuestos, que negoció con los socialistas sin entusiasmo, sobre todo desde EA, EB y el sector del grupo parlamentario que sigue al anterior portavoz, Joseba Egibar. Con las cuentes para 2006 en la mano y apalancado en la imposibilidad de cualquier otra alternativa de gobierno, se mantiene en una situación de tranquilidad, que le hace apostar por su continuidad hasta 2009, a expensas de los resultados y los pactos que impongan las elecciones municipales del año próximo.

Desde esa posición, el Gobierno vive con aparente indiferencia, o al menos sin dramatismo, aunque sí con algún enfado por parte del lehendakari, la catarata de derrotas parlamentarias -rondan la veintena-que ha sufrido desde que la Cámara echó a andar en octubre. Lo mismo que las innumerables transacciones a las que se ha visto obligado, tanto con el PSE, como incluso con el PP para no ver incrementado el número de votaciones perdidas..

Se trata de una situación que mediática y socialmente pasa relativamente desapercibida porque el debate sobre la pacificación o sobre la constitución de la mesa de partidos se sobrepone, de puertas afuera, a esa precariedad doméstica. El ejecutivo ni siquiera se ha atrevido en este mandato a hacer público un calendario de previsiones legislativas, para evitar que, como en el período anterior, ese compromiso, reiteradamente incumplido, se volviera en su contra al término de cada período parlamentario.

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En medios cercanos al Gobierno se sostuvo al inicio del mandato que, pese al empeoramiento de su situación parlamentaria, su acción sería más fácil, porque ahora no tiene cerrada la puerta a los pactos con EHAK. Pero lo cierto es que, de momento, sus integrantes sólo le sirven en pronunciamientos políticos más o menos testimoniales, pero se desentienden o se le oponen, desde la radicalidad de sus planteamientos, en los debates sectoriales.

Así, el PSE-EE se ha convertido en la tabla de salvación del Gobierno, que aún con esto, ofrece un balance muy cuestionado de su primer año, probablemente el menos productivo de toda la historia de la autonomía. Aparte de los presupuestos, sólo ha salido adelante la ley de Aguas, también con el apoyo socialista, y previsiblemente terminará este período con la aprobación el viernes de otra norma, la ley de Suelo, con idéntico respaldo.

Esta ley fue, en la legislatura pasada discretamente, pero de modo ya totalmente evidente desde su presentación en la Cámara de nuevo en octubre, la muestra más palmaria de las diferencias en el tripartito y entre Ibarretxe, comprometido con Ezker Batua en el proyecto, y el PNV o algunos de sus sectores internos e instituciones que controla. También se ha convertido en la demostración de que Ibarretxe ha dejado de ser intocable en su formación y ante poderes como las diputaciones, en particular la de Vizcaya, que ha enseñado los dientes de manera indisimulada, pese al repliegue al que la ha forzado de momento el presidente de la ejecutiva del PNV, Josu Jon Imaz. Otros episodios, aún sin resolver, como el relativo a la Ley de Dependencia o a la Y ferroviaria, y planteamientos diferentes en materia de servicios sociales, contienen casi idénticos ingredientes. Las huelgas en la sanidad o en la educación avisan también de que la gestión del ejecutivo no vive sus mejores momentos.

Con su papel muy relativizado en el proceso de paz y hasta en las conversaciones políticas que se abran entre los partidos, Ibarretxe constituyó solemnemente en el seno de su Gobierno el denominado Consejo Político, que vive una existencia irrelevante de puertas afuera y presentó también su Plan Integral de Paz y Convivencia, que tiene un incierto futuro en el Parlamento.

Los nacionalistas aplauden a Ibarretxe, el día de su reelección como lehendakari.PRADIP J. PHANSE

Un apoyo que busca disputar la centralidad al PNV

El portavoz del Grupo Socialista, José Antonio Pastor, se siente en condiciones de afirmar que, sin su apoyo, "el balance del Gobierno hubiera sido cero" y que su formación se ha convertido "en el partido central de Euskadi", en ningún caso en el bastón de un PNV que, a su juicio, ha cumplido su ciclo. "Nada va a pasar ni se va a mover en Euskadi, ni en la gestión ni en proceso de paz, que no gire en torno al PSE".

El ejecutivo de Ibarretxe "nació lastrado por el pasado, no tiene criterio, ni liderazgo, ni horizonte, ni la mayoría necesaria y sólo ha logrado aprobar los grandes temas que los socialistas hemos negociado por considerarlos de interés general para Euskadi". "Nuestro gesto ha sido para el país, para los ciudadanos, para superar cuatro años sin unos presupuestos en condiciones y dejar de ser la única comunidad autónoma sin ley de Suelo", reivindica.

Pastor destaca que las divisiones "se acentúan" en el tripartito, con un lehendakari que "sigue en sus ensoñaciones, viaja al extranjero o habla de cosas que no interesan a los ciudadanos, mientras el gobierno se le deshace entre las manos como un azucarillo". El PSE-EE será un peligro electoral para el PNV, una vez desaparecido el terrorismo y "cortinas de humo" como el debate autodeterminista. "La gente pedirá explicaciones sobre las cosas normales que le preocupan y se va a acabar el voto refugio o el voto al mal menor", pronostica.

Lo que para Pastor deja "muy bien colocado" a su partido, ha significado para el PP, "la desarticulación de la oposición". Su portavoz, Leopoldo Barreda, coincide en la inexistencia de impulso en el Gobierno, su incapacidad legislativa y un "balance paupérrimo". "Se limitan a levantar la persiana todos los días y les empiezan a estallar los conflictos que han ido relegando, como la Sanidad o la Universidad".

"Es un Gobierno que sólo respira cuando el PSE se lo ha permitido", y con un lehendakari descolocado que "para salir en la foto recupera sus peores tics, desde las consultas ilegales al enfrentamiento con la justicia", afirma.

Unai Ziarreta, secretario general de EA, el único de los tres partidos del Gobierno que ofreció a este periódico su valoración , admite que hay diferencias de criterio en el tripartito, pero las encuentra "normales" en una coalición de tres fuerzas. La clave de este período es "la ruptura con el pasado de incomunicación y de acoso y derribo al alimón entre el PP y el PSE, y la reconstrucción de puentes que permiten acuerdos". El pacto presupuestario con los socialistas es "la piedra angular" del nuevo tiempo, afirma, lo mismo que tacha de "mensaje falso" el de que el Gobierno no está legislando.

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