Cartas al director

Maremoto futbolero

Un tsunami balompédico se aproxima inexorablemente a nosotros y, en pocos días, inundará sin remedio pantallas de televisión, emisoras de radio, periódicos, bares, paseos, supermercados, restaurantes, hogares, playas y centros de trabajo. Por mucho empeño que pongamos en eludir el oleaje del balón, bastará un descuido, incluso en la madrugada, para enterarnos con pelos y señales, no ya de si se ha ganado o perdido el último encuentro o del estado de forma de un suplente que debió jugar y no jugó, ¡cáchis!, sino de a qué hora se levantan nuestros seleccionados, de lo que desayunan...

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Un tsunami balompédico se aproxima inexorablemente a nosotros y, en pocos días, inundará sin remedio pantallas de televisión, emisoras de radio, periódicos, bares, paseos, supermercados, restaurantes, hogares, playas y centros de trabajo. Por mucho empeño que pongamos en eludir el oleaje del balón, bastará un descuido, incluso en la madrugada, para enterarnos con pelos y señales, no ya de si se ha ganado o perdido el último encuentro o del estado de forma de un suplente que debió jugar y no jugó, ¡cáchis!, sino de a qué hora se levantan nuestros seleccionados, de lo que desayunan, comen, meriendan y cenan, con quién comparten habitación y del número de maletas que componen su equipaje. Quienes intuyeron el tsunami indonesio se libraron de él adentrándose en la selva unas horas antes; nosotros no es que intuyamos el futbolero, es que asoma la cabeza hoy y no tenemos dónde meternos. ¿Alguien sabe.

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