Crítica:

El precio de los sombreros

Víctimas de la vanidad, que Max Weber consideraba el enemigo mortal del político, nuestros gobernantes cacarean con cualquier motivo que "España va bien". Mejor que nadie en Europa, desafían. No escasean ministros que, incluso, cuando toca ponderar estadísticas de empleo, se atribuyen en primera persona -un bobalicón nosotros, mayestático, pontifical- el mérito de los nuevos empleados.

Los datos son testarudos. Como documenta una y otra vez, hasta parecer pesado, el profesor Vicenç Navarro, España es, junto con Portugal, el país que tiene el gasto público por habitante más bajo d...

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Víctimas de la vanidad, que Max Weber consideraba el enemigo mortal del político, nuestros gobernantes cacarean con cualquier motivo que "España va bien". Mejor que nadie en Europa, desafían. No escasean ministros que, incluso, cuando toca ponderar estadísticas de empleo, se atribuyen en primera persona -un bobalicón nosotros, mayestático, pontifical- el mérito de los nuevos empleados.

Los datos son testarudos. Como documenta una y otra vez, hasta parecer pesado, el profesor Vicenç Navarro, España es, junto con Portugal, el país que tiene el gasto público por habitante más bajo de la UE-15 (la Unión Europea con 15 miembros), y ello en todas las vertientes del Estado de bienestar: educación, sanidad, pensiones, escuelas de infancia, residencias de ancianos, asistencia domiciliaria, ayuda a las familias... Cierto es que, como también subraya Navarro, el PIB per cápita (que mide el grado de desarrollo económico del país) es ya el 90% del PIB del promedio de la UE-15, es decir, que España ha avanzado mucho en los últimos 30 años. Pero ello, lejos de agrandar la vanidad de los políticos, debería humillarla: subraya más el raquitismo del Estado de bienestar español, que gasta mucho menos de lo que le corresponde por el nivel de riqueza que tiene. Para salir de este furgón de cola, España debe gastar alrededor de 66.000 millones de euros más cada año, calcula Navarro.

EL SUBDESARROLLO SOCIAL DE ESPAÑA. Causas y consecuencias

Vicenç Navarro

Anagrama. Barcelona, 2006

307 páginas. 17,31 euros

¿Por qué los gobiernos de

turno ponen orejeras a esta situación, e insisten uno tras otro, sean del lado ideológico que sean, en que "España va bien"? Este libro ofrece unas cuantas respuestas. Valientes, desafiantes. Si en 2001 ya resultó rarísimo el coraje con que este economista metía en capilla los eufemismos de la economía oficial -aquel libro, Bienestar insuficiente, democracia incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país, recibió el Premio Anagrama de Ensayo al año siguiente-, ahora avanza mucho más, con nuevos argumentos y, lo que es peor para los políticos, con mucha más documentación.

Completa Navarro su demoledor diagnóstico hurgando, con vocación marxista, en "las causas históricas" de este subdesarrollo social: la herencia del totalitarismo franquista y la desvergonzada tergiversación de ese pasado; el conservadurismo imperante en todos los campos de influencia (sobre todo, el de los medios de comunicación), o las fatales consecuencias de la tercera vía socialista, que ha suprimido en su discurso a la clase trabajadora porque considera anticuados ambos conceptos. Ello explica -pero no disculpa- que los gobiernos vayan tan deprisa en la dirección contraria, es decir, en lo que Navarro llama "desconvergencia social", o que un ministro económico presuma tanto de tener superávit presupuestario como de la necesidad de disminuir "el coste de producción de los sombreros", por parodiar el lenguaje con que Marx, en Miseria de la filosofía, se refirió con soberbio cinismo a la llamada ley de bronce del salario.

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